En una pocilga vivían unos cuantos cerdos; unos eran
gordos y lustrosos, otros muy flacos y huesudos. Los primeros se reían de sus
compañeros por su gran delgadez.
-iPobrecillos! Da pena veros; no tenéis más que huesos
-dijo el más gordo de todos.
Los cerdos débiles estaban muy tristes y se sentían
muy avergonzados. Un día, el granjero fue a la pocilga para llevarse unos cerdos
para venderlos en la feria. ¿Qué cerdos creéis que cogió? Por supuesto, los más
gordos. ¡Con qué envidia miraban los cerdos más gordos a sus raquíticos
compañeros!
«Nadie se debe avergonzar, nunca se sabe lo que va a pasar.»
0.999.5 anonimo fabula
No hay comentarios:
Publicar un comentario