Cinco urracas vivían en la copa de un árbol. Se habían
repartido las tareas domésticas y disfrutaban de todas las cosas en común. Sólo
una, la menor, protestaba. Dejaba ver en muchas ocasiones su mal carácter y se
enfurecía sin razón.
-Urripita me ha manchado la rama -se quejaba a Urraca,
la mayor del grupo.
-¿Por qué no se lo dices a ella? Eres la única que se
queja por tonterías. Si no estás contenta aquí, búscate otro árbol.
Urri, la protestona, reflexionó sobre el comentario de
su compañera. Por un momento se imaginó fuera de la copa del árbol, alejada de
sus compañeras, y tembló ante la idea de tener que buscarse otro árbol y otra
comunidad. Entonces se dio cuenta de que su amiga tenía razón, nunca sería todo
perfecto, vivir las tres juntas tenía sus ventajas y sus inconvenientes y quizá
ella sólo se había fijado en lo que le disgustaba, olvidando las cosas buenas.
Así, se dio cuenta de que se sentía muy a gusto con sus cuatro compañeras.
«Si estás feliz y contento valóralo y no protestes sin ton ni son.»
0.999.5 anonimo fabula
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