Ratina no dejaba a nadie su muñeca, ni a la pobre
Ardillita a la que le gustaba tanto. Cada vez que Ardillita tendía sus patitas
hacia la muñeca de Ratina, ésta la apretaba contra su pecho para no soltarla.
Una noche, Ratina soñó que Ardillita lloraba porque
nadie le dejaba una muñeca. Entonces ella se acercaba y le ofrecía la suya.
iArdillita era muy feliz!
Ratina, conmovida por su sueño, se levantó por la
mañana muy contenta y, cogiendo su muñeca, corrió hacia Ardillita y se la dejó.
Por esta vez un sueño se hizo realidad y también
Ratina se sintió muy feliz con su noble acción.
«Normalmente, se sueña dormido, sin embargo a veces se puede ser feliz
soñando despierto.»
0.999.5 anonimo fabula
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