Era invierno y Conejito tenía hambre. Bien abrigado,
salió de su refugio y escarbó entre la nieve hasta encontrar unas zanahorias.
Comió todo lo que pudo y cuando ya no tuvo hambre comprobó satisfecho que
todavía le quedaba una.
«Se la llevaré a Potrín, que le gustan mucho las zanahorias»,
se dijo muy contento.
Así lo hizo. Potrín no estaba en su casa, así que le
dejó la zanahoria delante de la puerta.
Al regresar, Potrín encontró la zanahoria y creyo que
se la había dejado doña Cierva, que siempre le regalaba cosas para comer. Fue a
ver doña Cierva, como no estaba en casa, le dejó la zanahoria en la puerta.
Cuando doña Ciervo regresó y vio la zanahoria pensó en el hombre que estaría
pasando Conejito.
De esta forma, la zanahoria pasó por tres amigos que
se querían mucho.
«Los buenos amigos ayudan siempre.»
0.999.5 anonimo fabula
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