La señora Liebre tenía invitados y quería cocinar un
sabroso plato de setas.
-Liebrecita, bonita, anda acércate al bosque y trae
este cesto lleno de setas.
Liebrecita, siempre obediente, fue al bosque y, al
cabo de un rato, regresó muy contenta. Traía unas setas grandes y hermosas. Su
mamá miró las setas y dijo:
-Liebrecita, estas setas tan hermosas y grandes no
valen para comerlas. Necesito que traigas unas setas feas y arrugadas. Esas sí
valdrán. Ya ves que las apariencias engañan y en todas las cosas hay que buscar
el interior, hija. Anda al bosque y recuerda lo que te he dicho.
Liebrecita pensó un buen rato en lo que su madre había
dicho. Aunque tardó más tiempo en encontrar las setas comestibles, al final
llenó la cesta. Volvió a casa y su madre le preparó una comida riquísima.
«Las apariencias engañan.»
0.999.5 anonimo fabula
No hay comentarios:
Publicar un comentario