Saltamontes avanzaba penosamente sobre la nieve. Hacía
mucho frío y necesitaba encontrar un refugio para no morir congelado. Víctima
del frío y del agotamiento cayó inconsciente sobre la nieve.
Por fortuna, dos mariquitas pasaban por allí y se lo
llevaron a su casa. Con buena comida y té caliente pronto se repuso. Cuando
llegó la primavera, les agradeció su hospitalidad y se marchó.
En el invierno siguiente, una hijo de las mariquitas se
perdió en lo más profundo del bosque. Saltamontes, que lo conocía palmo a
palmo, siguió las huellas de la pequeña y no tardo en encontrarla.
«¡Qué formidable es la cooperación!»
0.999.5 anonimo fabula
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