Una leona conocida por su gran ferocidad tenía la
horrible costumbre de comerse todos los cachorros de sus vecinos. Era tan cruel
que les decía a los padres, lanzando grandes y temibles rugidos:
-Podéis sentiros afortunados de que prefiera su carne
a la vuestra.
Llegó un día en que la leona tuvo cachorros y se puso
muy contenta, pero en una ocasión llegaron unos cazadores y, aprovechando una
distracción de la leona, se llevaron todos sus cachorros.
El dolor de la leona fue tan grande y estaba tan
desesperada por la pérdida de sus queridos cachorritos que acudió a casa de sus
vecinos buscando consuelo.
Sin embargo, le hicieron poco caso, incluso la
ignoraron, pues se acordaban de las fechorías que la leona había cometido con
sus hijos. Así que la leona tuvo que sobreponerse sola a su gran tristeza.
«La desgracia un día puede llegarle a cualquiera.»
0.999.5 anonimo fabula
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