-¡Ah, qué aburrimiento! ¿Por qué no cambiaremos de río
alguna vez? -se lamentaba la trucha.
Un día nadó río abajo. Al cabo de mucho rato, sintió
que la corriente le arrastraba hacia el mar. Entonces se acordó de su familia y
quiso regresar a casa, pero no podía y se alejaba cada vez más. En la
inmensidad del océano se sintió perdida, y vio que se acercaba un caballito de
mar.
-¿Qué te pasa, truchita? -le preguntó al verla triste.
La trucha le explicó lo sucedido. Entonces, el
caballito se echó a la trucha a sus espaldas y la llevó hasta donde empezaba el
río. Desde allí podría regresar a su casa.
-¡Gracias, buen caballito de mar! ¡A ti te debo que
nada me haya ocurrido! -exclamó la trucha, agradecida.
El gentil caballito se alejó, muy contento, y la
trucha pudo regresar a casa y prometió que jamás volvería a irse.
«Más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer.»
0.999.5 anonimo fabula
No hay comentarios:
Publicar un comentario