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jueves, 7 de noviembre de 2013

La oveja

Ovejita era un ser maravilloso, muy raro de encontrar en el mundo. Dedicaba todo su tiempo a los pobres y a los enfermos. Se desvivía por el prójimo y su mayor placer era llevar la felicidad a los demás.
Como es natural, todos ellos querían disfrutar de su compañía al mismo tiempo, lo cual era imposible, pues ovejita no podía partirse en dos, en diez o en veinte pedazos. ¿Qué se podía hacer para solucionar el problema?
-Ovejita, andas demasiado y tus piernas se resienten. Las tienes delicadas. Mejor será que te reserves un poco, ¿no te parece? ¿O es que deseas quedarte cojita?
Quien así le hablaba era el doctor Jirafa, que sentía un gran cariño por ella, como todo el mundo.
-Lo comprendo, doctor -respondió ella, pero yo me debo a la gente que necesita mi ayuda. ¡No puedo defraudarles!
El problema se resolvió con rapidez. Todos los vecinos del lugar se reunieron y decidieron por unanimidad comprar a Ovejita una linda motocicleta con la que pudiera ir de un sitio para otro con rapidez y comodidad.
Desde entonces, Ovejita pudo multiplicar por tres el número de sus visitas al día y así pudo hacer felices a muchos más necesitados e incluso a ella misma, pues le gustaba lo que hacía.

«Si haces el bien, recibirás el bien.»

0.999.5 anonimo fabula 

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