En Fuenteanimal, capital de Tubolandia, el
Ayuntamiento estaba reunido para ocuparse de la falta de juegos y diversiones
para los pequeños de la localidad.
-Nuestros hijos no tienen lugares donde jugar -decía
don Canguro.
-Hace falta un parque de atracciones, pero el
Ayuntamiento no tiene dinero para construir uno -se justificaba el alcalde.
-Creo que nosotros, los padres, podemos convertirnos
en atracciones para nuestros hijos en las horas libres -sugirió don Camaleón,
dispuesto a hacer lo posible porque sus hijos y los demás niños pudieran
divertirse sin problemas.
Así lo hicieron. Don Elefante y don Canguro paseaban a
los niños. Con el cuerno de don Rinoceronte los pequeños practicaban el juego
de las anillas, etc. Cuando el rey de Tubolandia lo supo, les regaló un parque
de atracciones para que siempre lo tuvieran.
«En la vida se resuelven muchas cosas con imaginación.»
0.999.5 anonimo fabula
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