Una zorra se hizo amiga de una cigüeña y decidió invitarla
una tarde a comer a su casa. Era muy bromista y quiso tomar el pelo a la pobre
cigüeña.
Preparó una exquisita sopa y la sirvió en los platos
llanos. La cigüeña, con su largo pico, no pudo sorber la sopa. Tras una hora de
esfuerzos, desistió y se tuvo que ir sin comer. Antes de marcharse invitó a la
zorra a comer en su casa y ésta, por supuesto, aceptó.
La cigüeña sirvió un exquisito guiso en dos jarros de
cuello largo y estrecho. Mientras ella introducía su pico sin dificultad hasta
donde estaba la comida, la zorra trataba en vano de meter su hocico en el
jarro. Claro está que se quedó sin probar bocado y volvió a su casa hambrienta.
«Donde las dan, las toman.»
0.999.5 anonimo fabula
No hay comentarios:
Publicar un comentario