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miércoles, 30 de octubre de 2013

El lobo harto y la oveja

Un lobo hartado de comida y ya sin hambre, vio a una oveja tendida en el suelo. Dándose cuenta que se había desplomado simplemente de terror, se le acercó, y tranquilizándola le prometió dejarla ir si le decía tres verdades.
Le dijo entonces la oveja que la primera es que preferiría no haberle encontrado; la segunda, que como ya lo encontró, hubiera querido encontrarlo ciego; y por tercera verdad le dijo:
-¡Ojalá, todos los lobos malvados, murieran de mala muerte, ya que, sin haber recibido mal alguno de nosotras, nos dan una guerra cruel!
Reconoció el lobo la realidad de aquellas verdades y dejó marchar a la oveja.

Camina siempre soportado en la verdad, y ella te abrirá los caminos del éxito, aún entre adversarios

1.023.5 Esopo

El lobo flautista y el cabrito

Un cabrito se rezagó en el rebaño y fue alcanzado por un lobo que lo perseguía. Se volvió hacia éste y le dijo:
-Ya sé, señor lobo, que estoy condenado a ser tu almuerzo. Pero para no morir sin honor, toca la flauta y yo bailaré por última vez.
Y así lo hicieron, pero los perros, que no estaban lejos, oyeron el ruido y salieron a perseguir al lobo. Viendo la mala pasada, se dijo el lobo:
-Con sobrada razón me ha sucedido esto, porque siendo yo cazador, no debí meterme a flautista.

Cuando vayas a efectuar una nueva actividad, antes ten en cuenta tus capacidades y las circunstancias, para valorar si puedes salir adelante

1.023.5 Esopo

El lobo con piel de oveja

Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la obtención de su comida. Se metió entonces en una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al pastor.
Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un encierro, quedando la puerta asegurada.
Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día siguiente, tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante.

Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño

1.023.5 Esopo

El leon, prometeo y el elefante

No dejaba un león de quejarse ante Prometeo diciéndole:
-Tu me hiciste bien fuerte y hermoso, dotado de mandíbulas con buenos colmillos y poderosas garras en las patas, y soy el más dominante de los animales. Sin embargo le tengo un gran temor al gallo.
-¿Por qué me acusas tan a la ligera? ¿No estás satisfecho con todas las ventajas físicas que te he dado?
Lo que flaquea es tu espíritu.
Replicó Prometeo.
Siguió el león deplorando su situación, juzgándose de pusilánime. Decidió entonces poner fin a su vida.
Se encontraba en esta situación cuando llegó el elefante, se saludaron y comenzaron a charlar. Observó el león que el elefante movía constantemente sus orejas, por lo que le preguntó la causa.
-¿Ves ese minúsculo insecto que zumba a mi alrededor? -respondió el elefante, pues si logra ingresar dentro de mi oído, estoy perdido.
Entonces se dijo el león: ¿No sería insensato dejarme morir, siendo yo mucho más fuerte y poderoso que el elefante, así como mucho más fuerte y poderoso es el gallo con el mosquito?

Muchas veces, muy pequeñas molestias nos hacen olvidar las grandezas que poseemos

1.023.5 Esopo



El leon, la zorra y el raton

Dormía tranquilamente un león, cuando un ratoncillo se puso a correr sobre su cuerpo.
Se despertó el león, y se movió en todas direcciones buscando a ver quien era el intruso que le molestaba.
Lo observaba una zorra, y le criticó por creer que tenía miedo de un simple ratoncillo, siendo él todo un señor león.
-No es miedo del ratoncillo -dijo el león, sino que me sorprendió que hubiera un animal que tuviera el valor de pisotear el cuerpo de un león dormido.

Nunca dejes de cuidarte ni aún de las más pequeñas cosas, por ínfimas que sean.

1.023.5 Esopo





El leon, la zorra y el lobo

Cansado y viejo el rey león, se quedó enfermo en su cueva, y los demás animales, excepto la zorra, lo fueron a visitar.
Aprovechando la ocasión de la visita, acusó el lobo a la zorra expresando lo siguiente:
-Ella no tiene por nuestra alteza ningún respeto, y por eso ni siquiera se ha acercado a saludar o preguntar por su salud.
En ese preciso instante llegó la zorra, justo a tiempo para oír lo dicho por el lobo. Entonces el león, furioso al verla, lanzó un feroz grito contra la zorra; pero ella, pidió la palabra para justificarse, y dijo:
-Dime, de entre todas las visitas que aquí tenéis, ¿quién te ha dado tan especial servicio como el que he hecho yo, que busqué por todas partes médicos que con su sabiduría te recetaran un remedio ideal para curarte, encontrándolo por fin?
-¿Y cuál es ese remedio?, dímelo inmediatamente.
-Ordenó el león.
-Debes sacrificar a un lobo y ponerte su piel como abrigo -respondió la zorra.
Inmediatamente el lobo fue condenado a muerte, y la zorra, riéndose exclamó:
-Al patrón no hay que llevarlo hacia el rencor, sino hacia la benevolencia.

Quien tiende trampas para los inocentes, es el primero en caer en ellas.

1.023.5 Esopo

El leon, la zorra y el ciervo

Habiéndose enfermado el león, se tumbó en una cueva, diciéndole a la zorra, a la que estimaba mucho y con quien tenía muy buena amistad:
-Si quieres ayudarme a curarme y que siga vivo, seduce con tu astucia al ciervo y tráelo acá, pues estoy antojado de sus carnes.
-Vengo a darte una excelente noticia. Como sabes, el león, nuestro rey, es mi vecino; pero resulta que ha enfermado y está muy grave. Me preguntaba qué animal podría sustituirlo como rey después de su muerte.
Y me comentaba: "el jabalí no, pues no es muy inteligente; el oso es muy torpe; la pantera muy temperamental; el tigre es un fanfarrón; creo que el ciervo es el más digno de reinar, pues es esbelto, de larga vida, y temido por las serpientes por sus cuernos."
Pero para qué te cuento más, está decidido que serás el rey.
¿Y que me darás por habértelo anunciado de primero? Contéstame, que tengo prisa y temo que me llame, pues yo soy su consejero. Pero si quieres oír a un experimentado, te aconsejo que me sigas y acompañes fielmente al león hasta su muerte.
Terminó de hablar la zorra, y el ciervo, lleno de vanidad con aquellas palabras, caminó decidido a la cueva sin sospechar lo que ocurriría.
Al verlo, el león se le abalanzó, pero sólo logró rasparle las orejas. El ciervo, asustado, huyó velozmente hacia el bosque.
La zorra se golpeaba sus patas al ver perdida su partida. Y el león lanzaba fuertes gritos, estimulado por su hambre y la pena. Suplicó a la zorra que lo intentara de nuevo. Y dijo la zorra:
-Es algo penoso y difícil, pero lo intentaré.
Salió de la cueva y siguió las huellas del ciervo hasta encontrarlo reponiendo sus fuerzas.
Viéndola el ciervo, encolerizado y listo para atacarla, le dijo:
¡Zorra miserable, no vengas a engañarme! ¡Si das un paso más, cuéntate como muerta! Busca a otros que no sepan de ti, háblales bonito y súbeles los humos prometiéndoles el trono, pero ya no más a mí.
Mas la astuta zorra le replicó:
-Pero señor ciervo, no seas tan flojo y cobarde. No desconfíes de nosotros que somos tus amigos. El león, al tomar tu oreja, sólo quería decirte en secreto sus consejos e instrucciones de cómo gobernar, y tú ni siquiera tienes paciencia para un simple arañazo de un viejo enfermo. Ahora está furioso contra ti y está pensando en hacer rey al intrépido lobo. ¡Pobre!, ¡todo lo que sufre por ser el amo! Ven conmigo, que nada tienes que temer, pero eso sí, sé humilde como un cordero. Te juro por toda esta selva que no debes temer nada del león. Y en cuanto a mí, sólo pretendo servirte.
Y engañado de nuevo, salió el ciervo hacia la cueva. No había más que entrado, cuando ya el león vio plenamente saciado su antojo, procurando no dejar ni recuerdo del ciervo. Sin embargo cayó el corazón al suelo, y lo tomó la zorra a escondidas, como pago a sus gestiones. Y el león buscando el faltante corazón preguntó a la zorra por él. Le contestó la zorra:
-Ese ciervo ingenuo no tenía corazón, ni lo busques. ¿Qué clase de corazón podría tener un ciervo que vino dos veces a la casa y a las garras del león?

Nunca permitas que el ansia de honores perturbe tu buen juicio, para que no seas atrapado por el peligro.

1.023.5 Esopo

El leon, la zorra y el asno

El león, la zorra y el siempre ingenuo asno se asociaron para ir de caza.
Cuando ya tuvieron bastante, dijo el león al asno que repartiera entre los tres el botín. Hizo el asno tres partes iguales y le pidió al león que escogiera la suya. Indignado por haber hecho las tres partes iguales, saltó sobre él y lo devoró.
Entonces pidió a la zorra que fuera ella quien repartiera.
La zorra hizo un montón de casi todo, dejando en el otro grupo sólo unas piltrafas. Llamó al león para que escogiera de nuevo.
Al ver aquello, le preguntó el león que quien le había enseñado a repartir tan bien.
-¡Pues el asno, señor, el asno!

Siempre es bueno no despreciar el error ajeno y más bien aprender de él.

1.023.5 Esopo





El leon y los tres bueyes

Pastaban juntos siempre tres bueyes.
Un león quería devorarlos, pero el estar juntos los tres bueyes le impedía hacerlo, pues el luchar contra los tres a la vez lo ponía en desventaja.
Entonces con astucia recurrió a enojarlos entre sí con pérfidas patrañas, separándolos a unos de los otros.
Y así, al no estar ya unidos, los devoró tranquilamente, uno a uno.

Si permites que deshagan tu unidad con los tuyos, más fácil será que te dañen.

1.023.5 Esopo






El leon y la liebre

Sorprendió un león a una liebre que dormía tranquilamente. Pero cuando estaba a punto de devorarla, vio pasar a un ciervo. Dejó entonces a la liebre por perseguir al ciervo.
Despertó la liebre ante los ruidos de la persecución, y no esperando más, emprendió su huída.
Mientras tanto el león, que no pudo dar alcance al ciervo, ya cansado, regresó a tomar la liebre y se encontró con que también había buscado su camino a salvo.
Entonces se dijo el león:
-Bien me lo merezco, pues teniendo ya una presa en mis manos, la dejé para ir tras la esperanza de obtener una mayor.

Si tienes en tus manos un pequeño beneficio, cuando busques uno mayor, no abandones el pequeño que ya tienes, hasta tanto no tengas realmente en tus manos el mayor

1.023.5 Esopo







El leon y el toro

Pensando el león como capturar un toro muy corpulento, decidió utilizar la astucia. Le dijo al toro que había sacrificado un carnero y que lo invitaba a compartirlo. Su plan era atacarlo cuando se hubiera echado junto a la mesa.
Llegó al sitio el toro, pero viendo sólo grandes fuentes y asadores, y ni asomo de carnero, se largó sin decir una palabra.
Le reclamó el león que por qué se marchaba así, pues nada le había hecho.
-Sí que hay motivo -respondió el toro, pues todos los prepara-tivos que has hecho no son para el cuerpo de un carnero, sino para el de un toro.

Observa y analiza siempre con cuidado tu alrededor, y así estarás mejor protegido de los peligros

1.023.5 Esopo







El leon y el raton

Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reír y lo dejó marchar.
Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oír los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre.
-Días atrás -le dijo, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en agradecimiento.
Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.

Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán

1.023.5 Esopo



El leon y el mosquito volador

Un mosquito se acercó a un león y le dijo:
-No te temo, y además, no eres más fuerte que yo.
Si crees lo contrario, demuéstramelo.
¿Que arañas con tus garras y muerdes con tus dientes?
¡Eso también lo hace una mujer defendiéndose de un ladrón!
Yo soy más fuerte que tú, y si quieres, ahora mismo te desafío a combate.
Y haciendo sonar su zumbido, cayó el mosquito sobre el león, picándole repetidamente alrededor de la nariz, donde no tiene pelo.
El león empezó a arañarse con sus propias garras, hasta que renunció al combate. El mosquito victorioso hizo sonar de nuevo su zumbido; y sin darse cuenta, de tanta alegría, fue a enredarse en una tela de araña.
Al tiempo que era devorado por la araña, se lamentaba que él, que luchaba contra los más poderosos venciéndolos, fuese a perecer a manos de un insignificante animal, la araña.

No importa que tan grandes sean los éxitos en tu vida, cuida siempre que la dicha por haber obtenido uno de ellos, no lo arruine todo.

1.023.5 Esopo

El leon y el jabali

Durante el verano, cuando con el calor aumenta la sed, acudieron a beber a una misma fuente un león y un jabalí.
Discutieron sobre quien debería sería el primero en beber, y de la discusión pasaron a una feroz lucha a muerte.
Pero, en un momento de descanso, vieron una nube de aves rapaces en espera de algún vencido para devorarlo.
Entonces, recapacitando, se dijeron:
-¡Más vale que seamos amigos y no pasto de los buitres y cuervos!

Las luchas inútiles sólo sirven para enriquecer y alimentar a sus especta-dores

1.023.5 Esopo





El leon y el delfin

Paseaba un león por una playa y vio a un delfín asomar su cabeza fuera del agua.
Le propuso entonces una alianza:
-Nos conviene unirnos a ambos, siendo tú el rey de los animales del mar y yo el de los terrestres-le dijo.
Aceptó gustoso el delfín. Y el león, quien desde hacía tiempo se hallaba en guerra contra un loro salvaje, llamó al delfín a que le ayudara. Intentó el delfín salir del agua, mas no lo consiguió, por lo que el león lo acusó de traidor.
-¡No soy yo el culpable ni a quien debes acusar, sino a la Naturaleza -respondió el delfín-, porque ella es quien me hizo acuático y no me permite pasar a la tierra!

Cuando busques alianzas, fíjate que tus aliados estén en verdad capacitados de unirte a ti en lo pactado.

1.023.5 Esopo

El leon y el ciervo

Estaba un león muy furioso, rugiendo y gritando sin ninguna razón.
Lo vio un ciervo a prudente distancia y exclamó:
-¡Desdichados de nosotros, los demás animales del bosque, si cuando el león estaba sosegado nos era tan insoportable, ¿ de qué no será capaz estando en la forma que está ahora?

Cuidémonos de no dar nunca poder a los irascibles y dañinos, pues si ya sin motivo nos dañan, más lo harán si por cualquier causa se sienten incon-formes.

1.023.5 Esopo







El leon y el boyero

Un boyero que apacentaba un hato de bueyes perdió un ternero. Lo buscó, recorriendo los alrededores sin encontrarlo. Entonces prometió a Zeus sacrificarle un cabrito si descubría quien se lo había robado.
Entró de inmediato al bosque y vio a un león comiéndose al ternero.
Levantó aterrado las manos al cielo gritando:
-¡Oh grandioso Zeus, antes te prometí inmolarte un cabrito si encontraba al ladrón; pero ahora te prometo sacrificar un toro si consigo no caer en las garras del ladrón!

Cuando busques una solución, ten presente que al encontrarla, ésta a su vez puede convertirse en el siguiente problema.

1.023.5 Esopo


El leon enamorado de la hija del labrador

Se había enamorado un león de la hija de un labrador y la pidió en matrimonio.
Y no podía el labrador decidirse a dar su hija a tan feroz animal, ni negársela por el temor que le inspiraba.
Entonces ideó lo siguiente: como el león no dejaba de insistirle, le dijo que le parecía digno para ser esposo de su hija, pero que al menos debería cumplir con la siguiente condición: que se arrancara los dientes y se cortara sus uñas, porque eso era lo que atemorizaba a su hija.
El león aceptó los sacrificios porque en verdad la amaba.
Una vez que el león cumplió lo solicitado, cuando volvió a presentarse ya sin sus poderes, el labrador lleno de desprecio por él, lo despidió sin piedad a golpes.

Nunca te fíes demasiado como para despojarte de tus propias defensas, pues fácilmente serás vencido por los que antes te respetaban.

1.023.5 Esopo






El leon apresado por el labrador

Entró un león en la cuadra de un labrador, y éste, queriendo cogerlo, cerró la puerta. El león, al ver que no podía salir, empezó a devorar primero a los carneros, y luego a los bueyes.
 Entonces el labrador, temiendo por su propia vida, abrió la puerta.
Se fue el león, y la esposa del labrador, al oírlo quejarse le dijo:
-Tienes lo que buscaste, pues ¿por qué has tratado de encerrar a una fiera que más bien debías de mantener alejada?

Si te metes a competir con los más poderosos, prepárate antes muy bien. De lo contrario saldrás malherido de la contienda.

1.023.5 Esopo

El joven pastor anunciando al lobo

Un joven pastor, que cuidaba un rebaño de ovejas cerca de una villa, alarmó a los habitantes tres o cuatro veces gritando:
-¡El lobo, el lobo!
Pero cuando los vecinos llegaban a ayudarle, se reía viendo sus preocupaciones. Mas el lobo, un día de tantos, sí llegó de verdad. El joven pastor, ahora alarmado él mismo, gritaba lleno de terror:
-Por favor, vengan y ayúdenme; el lobo está matando a las ovejas.
Pero ya nadie puso atención a sus gritos, y mucho menos pensar en acudir a auxiliarlo. Y el lobo, viendo que no había razón para temer mal alguno, hirió y destrozó a su antojo todo el rebaño.

Al mentiroso nunca se le cree, aun cuando diga la verdad.

1.023.5 Esopo

El hombre al que mordio un perro

Un perro mordió a un hombre, y éste corría por todo lado buscando quien le curara.
Un vecino le dijo que mojara un pedazo de pan con la sangre de su herida y se lo arrojase al perro que lo mordió. Pero el hombre herido respondió:
-¡Si así premiara al perro, todos los perros del pueblo vendrían a morderme!

Grave error es alagar la maldad, pues la incitas a hacer más daño todavía.

1.023.5 Esopo





El gato y las ratas

Había una casa invadida de ratas. Lo supo un gato y se fue a ella, y poco a poco iba devorando las ratas. Pero ellas, viendo que rápidamente eran cazadas, decidieron guardarse en sus agujeros.
No pudiendo el gato alcanzarlas, ideó una trampa para que salieran. Trepó a lo alto de una viga, y colgado de ella se hizo el muerto. Pero una de las ratas se asomó, lo vio y le dijo:
-¡Oye amiguito, aunque fueras un saco de harina, no me acercaría a ti!

Los malvados, cuando no pueden dañar a sus víctimas directamente, buscan un atrayente truco para lograrlo. Cuídate siempre de lo que te ofrecen como muy lindo y atrayente.

1.023.5 Esopo






El gallo y la comadreja

Una comadreja atrapó a un gallo y quiso tener una razón plausible para comérselo.
La primera acusación fue la de importunar a los hombres y de impedirles dormir con sus molestos cantos por la noche. Se defendió el gallo diciendo que lo hacía para servirles, pues despertándolos, les recordaba que debían comenzar sus trabajos diarios.
Entonces la comadreja buscó una segunda acusación: que maltrataba a la Naturaleza por buscar como novias incluso a su madre y a sus hermanas. Repuso el gallo que con ello también favorecía a sus dueños, porque así las gallinas ponían más huevos.

Para el malvado decidido a agredir, no lo para ninguna clase de razones.

1.023.5 Esopo





El cuervo y la culebra

Andaba un cuervo escaso de comida y vio en el prado a una culebra dormida al sol; cayó veloz sobre ella y la raptó. Mas la culebra, despertando de su sueño, se volvió y la mordió.
El cuervo viéndose morir dijo:
-¡Desdichado de mí, que encontré un tesoro pero a costa de mi vida!

Antes de querer poseer algún bien, primero hay que valorar si su costo vale la pena.

1.023.5 Esopo

El cuervo y hermes

Un cuervo que había caído en un cepo prometió a Apolo que le quemaría incienso si lo salvaba; pero una vez liberado de la trampa olvidó su promesa.
Capturado de nuevo en otro cepo, dejó a Apolo para dirigirse a Hermes, prometiéndole también un sacrificio.
Mas el dios le dijo:

Si por nuestra voluntad faltamos a nuestra primera promesa, no tendremos oportunidad de que nos crean una segunda.

1.023.5 Esopo

El cuervo enfermo

Un cuervo que se encontraba muy enfermo dijo a su madre:
-Madre, ruega a los dioses por mí y ya no llores más.
La madre contestó:
-¿Y cuál de todos, hijo mío, tendrá piedad de ti?
¿Quedará alguno a quien aún no le hayas robado la carne?

No te llenes innecesariamente de enemigos, pues en momentos de necesidad no encontrarás un solo amigo.

1.023.5 Esopo

El cisne y su dueño

Se dice que los cisnes cantan justo antes de morir. Un hombre vio en venta a un cisne, y habiendo oído que era un animal muy melodioso, lo compró.
Un día que el hombre daba una cena, trajo al cisne y le rogó que cantara durante el festín. Mas el cisne mantuvo el silencio.
Pero un día, pensando el cisne que ya iba a morir, forzosamente lloró de antemano su melodía. Al oírle, el dueño dijo:
-Si sólo cantas cuando vas a morir, fui un tonto rogándote que cantaras en lugar de inmolarte.

Muchas veces sucede que tenemos que hacer a la fuerza lo que no quisimos hacer de voluntad.

1.023.5 Esopo

El ciervo, el manantial y el leon

Agobiado por la sed, llegó un ciervo a un manantial. Después de beber, vio su reflejo en el agua. Al contemplar su hermosa cornamenta, sintióse orgulloso, pero quedó descontento por sus piernas débiles y finas. Sumido aún en estos pensamientos, apareció un león que comenzó a perseguirle. Echó a correr y le ganó una gran distancia, pues la fuerza de los ciervos está en sus piernas y la del león en su corazón.
Mientras el campo fue llano, el ciervo guardó la distancia que le salvaba; pero al entrar en el bosque sus cuernos se engancharon a las ramas y, no pudiendo escapar, fue atrapado por el león.
A punto de morir, exclamó para sí mismo:
-¡Desdichado soy! Mis pies, que pensaba que me traicionaban, eran los que me salvaban, y mis cuernos, en los que ponía toda mi confianza, son los que me pierden.

Muchas veces, a quienes creemos más indiferentes, son quienes nos dan la mano en las congojas, mientras que los que nos adulan, ni siquiera se asoman.

1.023.5 Esopo

El ciervo y el cervatillo

Díjole un día un cervatillo al ciervo:
-Padre: eres mayor y más veloz que los perros y tienes además unos cuernos magníficos para defenderte; ¿por qué huyes delante de ellos?
El ciervo respondió riendo:
-Justo es lo que me dices, hijo mío; mas no sé lo que me sucede, pero cuando oigo el ladrido de un perro, inmediatamente me doy a la fuga.

Cuando se tiene un ánimo temeroso, no hay razón que pueda cambiarlo.

1.023.5 Esopo



El cerdo y los carneros

Se metió un cerdo dentro de un rebaño de carneros, y pacía con ellos. Pero un día lo capturó el pastor y el cerdo se puso a gruñir y forcejear.
Los carneros lo regañaban por gritón diciéndole:
-A nosotros también nos echa mano constantemente y nunca nos quejamos.
-Ah sí -replicó el cerdo-, pero no es con el mismo fin. A ustedes les echan mano por la lana, pero a mí es por mi carne.

Perder lo recuperable no nos debe preocupar, pero sí el perder lo que es irreparable.

1.023.5 Esopo



El camello y zeus

Sentía el camello envidia por los cuernos del toro, y quiso obtener los suyos propios.
Para esto fue a ver a Zeus, pidiéndole le regalara a él unos semejantes.
Pero Zeus, indignado de que no se contentara de su gran tamaño y fuerza, no sólo le negó el darle los cuernos, sino que además le cortó una parte de las orejas.

La envidia no es buena consejera. Cuando quieras mejorar en algo, hazlo con tu esfuerzo y por tu deseo de progresar, no porque tu vecino lo tenga.

1.023.5 Esopo

El camello visto por primera vez

Cuando los humanos vieron por primera vez al camello, se asustaron, y atemorizados por su gran tamaño emprendieron la huída.
Pero pasado el tiempo y viendo que era inofensivo, se envalentonaron y se acercaron a él.
Luego viendo poco a poco que el animal no conocía la cólera, llegaron a domesticarle hasta el punto de colocarle una brida, dándoselo a los niños para conducirlo.

Es natural que lo desconocido lo tratemos siempre con recelo y prudencia. Después de varias observaciones podremos tener un juicio mejor.

1.023.5 Esopo

El camello que estercolo en el rio

Atravesaba un camello un río de aguas rápidas. Sintió la necesidad de estercolar, y viendo enseguida que pasaba delante de él su excremento, arrastrado por el río, exclamó:
-¿Cómo sucede esto? ¡Lo que estaba detrás de mí, ahora lo veo pasar adelante!

Es como en algunos estados o empresas, donde los incapaces y los corruptos pasan a ocupar los primeros lugares, en lugar de los más sensatos, honestos y capaces. Si llegas a tener puestos de mando, promueve siempre a los mejores.

1.023.5 Esopo

El camello bailarin

Obligado por su dueño a bailar, un camello comentó:
-¡Que cosa! No sólo carezco de gracia andando, sino que bailando soy peor aun.

Usa siempre cada cosa para el propósito con el que fue creado.

1.023.5 Esopo

El caballo, el buey, el perro y el hombre

Cuando Zeus creó al hombre, sólo le concedió unos pocos años de vida. Pero el hombre, poniendo a funcionar su inteligencia, al llegar el invierno edificó una casa y habitó en ella.
Cierto día en que el frío era muy crudo, y la lluvia empezó a caer, no pudiendo el caballo aguantarse más, llegó corriendo a donde el hombre y le pidió que le diera abrigo.
Le dijo el hombre que sólo lo haría con una condición: que le cediera una parte de los años que le correspondían. El caballo aceptó.
Poco después se presentó el buey que tampoco podía sufrir el mal tiempo. Le contestó el hombre lo mismo: que lo admitiría si le daba cierto número de sus años. El buey cedió una parte y quedó admitido.
Por fin, llegó el perro, también muriéndose de frío, y cediendo una parte de su tiempo de vida, obtuvo su refugio.
Y he aquí el resultado: cuando los hombres cumplen el tiempo que Zeus les dio, son puros y buenos; cuando llegan a los años pedidos al caballo, son intrépidos y orgullosos; cuando están en los del buey, se dedican a mandar; y cuando llegan a usar el tiempo del perro, al final de su existencia, se vuelven irascibles y malhumorados.

Describe esta fábula las etapas del hombre: inocente niñez, vigorosa juventud, poderosa madurez y sensible vejez.

1.023.5 Esopo

El caballo y el soldado

Un soldado, durante una guerra, alimentó con cebada a su caballo, su compañero de esfuerzos y peligros.
Pero, acabada la guerra, el caballo fue empleado en trabajos serviles y para transportar pesados bultos, siendo alimentado únicamente con paja.
Al anunciarse una nueva guerra, y al son de la trompeta, el dueño del caballo lo aparejó, se armó y montó encima. Pero el caballo exhausto se caía a cada momento. Por fin dijo a su amo:
-Vete mejor entre los infantes, puesto que de caballo que era me has convertido en asno.
¿Cómo quieres hacer ahora de un asno un caballo?

En los tiempos de bienestar, es cuando debemos prepararnos para las épocas críticas.

1.023.5 Esopo

El caballero y el parafrenero

Había un palafrenero que robaba y llevaba a vender la cebada de su caballo; pero en cambio, se pasaba el día entero limpiándole y peinándole para lucirlo de lo mejor.
Un día el caballo le dijo:
-Si realmente quieres que me vea hermoso, no robes la cebada que es para mi alimento.

Ten cuidado de quien mucho te adule o alabe, pues algo busca quitarte a cambio.

1.023.5 Esopo

El caballo y el asno

Un hombre tenía un caballo y un asno. Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al caballo:
-Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.
El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo. Entonces el dueño echó toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno.
Y el caballo, suspirando dijo:
-¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y hasta con la piel del asno encima!

Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te estás perjudicando a ti mismo.

1.023.5 Esopo

El caballo viejo

Un caballo viejo fue vendido para darle vueltas a la piedra de un molino. Al verse atado a la piedra, exclamó sollozando:
-¡Después de las vueltas de las carreras, he aquí a que vueltas me he reducido!
      
No presumas de la fortaleza de la juventud. Para muchos, la vejez es un trabajo muy penoso.

1.023.5 Esopo

El buey y la becerra

Viendo a un buey trabajando, una becerra que sólo descansaba y comía, se condolió de su suerte, alegrándose de la de ella.
Pero llegó el día de una solemnidad religiosa, y mientras al buey se le hacía a un lado, cogieron a la becerra para sacrificarla.
Viendo lo sucedido, el buey sonriendo dijo:
-Mira becerra, ya sabes por qué tú no tenías que trabajar: ¡es que estabas reservada para el sacrificio!

No te ufanes de la ociosidad, pues nunca sabes que mal trae oculto.

1.023.5 Esopo

El buey el mosquito

En el cuerno de un buey se posó un mosquito.
Luego de permanecer allí largo rato, al irse a su vuelo preguntó al buey si se alegraba que por fin se marchase.
El buey le respondió:
-Ni supe que habías venido. Tampoco notaré cuando te vayas.

Pasar por la vida, sin darle nada a la vida, es ser insignificante.

1.023.5 Esopo

El buen rey leon

Había un león que no era enojoso, ni cruel, ni violento, sino tratable y justo como una buena criatura, que llegó a ser el rey.
La tímida liebre dijo entonces:
-He anhelado ardorosamente ver llegar este día, a fin de que los débiles seamos respetados con justicia por los más fuertes.
E inmediatamente corrió lo mejor que pudo.

Cuando en un Estado se practica la justicia, los humildes pueden vivir tranquilos..., pero no deben atenerse.



1.023.5 Esopo

El avaro y el oro

Un avaro vendió todo lo que tenía de más y compró una pieza de oro, la cual enterró en la tierra a la orilla de una vieja pared y todos los días iba a mirar el sitio.
Uno de sus vecinos observó sus frecuentes visitas al lugar y decidió averiguar que pasaba. Pronto descubrió lo del tesoro escondido, y cavando, tomó la pieza de oro, robándosela.
El avaro, a su siguiente visita encontró el hueco vacío y jalándose sus cabellos se lamentaba amargamente.
Entonces otro vecino, enterándose del motivo de su queja, lo consoló diciéndole:
-Da gracias de que el asunto no es tan grave. Ve y trae una piedra y colócala en el hueco. Imagínate entonces que el oro aún está allí. Para ti será lo mismo el que aquello sea o no sea oro, ya que de por sí no harías nunca ningún uso de él.

Valora las cosas por lo que sirven, no por lo que aparentan

1.023.5 Esopo


El atun y el delfin

Viéndose un atún perseguido por un delfín, huía con gran estrépito. A punto de ser cogido, la fuerza de su salto le arrojó sin darse cuenta, sobre la orilla. Llevado por el mismo impulso, el delfín también terminó en el mismo sitio. Se volvió el atún y vio al delfín exhalando el último suspiro.
-No me importa morir -dijo-, porque veo morir conmigo al causante de mi muerte.

Sufrimos con menos dolor las desgracias que nos hacen padecer, cuando las vemos compartidas con quienes nos las causan.

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El asno y la perrita faldera

Un granjero fue un día a sus establos a revisar sus bestias de carga: entre ellas se encontraba su asno favorito, el cual siempre estaba bien alimentado y era quien cargaba a su amo.
Junto con el granjero venía también su perrita faldera, la cual bailaba a su alrededor, lamía su mano y saltaba alegremente lo mejor que podía. El granjero revisó su bolso y dio a su perrita un delicioso bocado, y se sentó a dar ordenes a sus empleados. La perrita entonces saltó al regazo de su amo y se quedó ahí, parpadeando sus ojos mientras el amo le acariciaba sus orejas.
El asno celoso de ver aquello, se soltó de su jáquima y comenzó a pararse en dos patas tratando de imitar el baile de la perrita. El amo no podía aguantar la risa, y el asno arrimándose a él, puso sus patas sobre los hombros del granjero intentando subirse a su regazo.
Los empleados del granjero corrieron inmediata-mente con palos y horcas, enseñándole al asno que las toscas actuaciones no son cosa de broma.

No nos dejemos llevar del mal consejo que siempre dan los injustificados celos.
Sepamos apreciar los valores de los demás.

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