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domingo, 10 de noviembre de 2013

Las cabras monteses y el cabrero

Llevó un cabrero a pastar a sus cabras y de pronto vio que las acompañaban unas cabras monteses. Llegada la noche, llevó a todas a su gruta.
A la mañana siguiente estalló una fuerte tormenta y no pudiendo llevarlas a los pastos, las cuidó dentro. Pero mientras a sus propias cabras sólo les daba un puñado de forraje, a las monteses les servía mucho más, con el propósito de quedarse con ellas. Terminó al fin el mal tiempo y salieron todas al campo, pero las cabras monteses escaparon a la montaña. Las acusó el pastor de ingratas, por abandonarle después de haberlas atendido tan bien; mas ellas le respondieron:
-Mayor razón para desconfiar de ti, porque si a nosotras recién llegadas, nos has tratado mejor que a tus viejas y leales esclavas, significa esto que si luego vinieran otras cabras, nos despreciarías a nosotras por ellas.

Nunca confíes en quien pretende tu nueva amistad a cambio de abandonar a las que ya tenía.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra, el oso y el leon

Habiendo encontrado un león y un oso al mismo tiempo a un cervatillo, se retaron en combate a ver cual de los dos se quedaba con la presa.
Una zorra que por allí pasaba, viéndolos extenuados por la lucha y con el cervatillo al medio, se apoderó de éste y corrió pasando tranquilamente entre ellos.
Y tanto el oso como el león, agotados y sin fuerzas para levantarse, murmuraron:
-¡Desdichados nosotros! ¡Tanto esfuerzo y tanta lucha hicimos para que todo quedara para la zorra!

Por empeñarnos en no querer compartir, podemos perderlo todo

1.023.5 Esopo - 000

La zorra y los racimos de uvas

Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca.
Mas no pudiendo alcanzarlos, a pesar de sus esfuerzos, se alejó diciéndose:
-¡Ni me agradan, están tan verdes!

Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra y la serpiente

Se encontraba una higuera a la orilla de un camino, y una zorra vio junto a ella una serpiente dormida.
Envidiando aquel cuerpo tan largo, y pensando en que podría igualarlo, se echó la zorra a tierra al lado de la serpiente e intentó estirarse cuanto pudo.
Tanto esfuerzo hizo, hasta que al fin, por vanidosa, se reventó.

No imites a los más grandes, si aún no tienes las condiciones para hacerlo.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra y la pantera

Disputaban otro día la zorra y la pantera acerca de su belleza.
La pantera alababa muy especialmente los especiales pintados de su piel.
Replicó entonces la zorra diciendo:
-¡Mucho más hermosa me considero yo, no por las apariencias de mi cuerpo, sino más bien por mi espíritu!

Las cualidades del espíritu son preferibles a las del cuerpo.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra y la liebre

Dijo un día una liebre a una zorra:
-¿Podrías decirme si realmente es cierto que tienes muchas ganancias, y por qué te llaman la "ganadora"?
-Si quieres saberlo -contestó la zorra, te invito a cenar conmigo.
Aceptó la liebre y la siguió; pero al llegar a casa de doña zorra vio que no había más cena que la misma liebre.
Entonces dijo la liebre:
-¡Al fin comprendo para mi desgracia de donde viene tu nombre: no es de tus trabajos, sino de tus engaños!

Nunca le pidas lecciones a los tramposos, pues tú mismo serás el tema de la lección.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra y la leona

Reprochaba una zorra a una leona el hecho de que siempre sólo pariese a un pequeñuelo.
Y le contestó la leona:
-Sí, uno solo, tienes razón, ¡pero un señor león!

No midas el valor de las cosas por su cantidad, sino por su virtud.

1.023.5 Esopo - 000


La zorra y la careta vacia

Entró un día una zorra en la casa de un actor, y después de revisar sus utensilios, encontró entre muchas otras cosas una máscara artísticamente trabajada.
La tomó entre sus patas, la observó y se dijo:
-¡Hermosa cabeza! Pero qué lástima que no tiene sesos. 

No te llenes de apariencias vacías.
Llénate mejor siempre de buen juicio.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra y el perro

Penetró una zorra en un rebaño de corderos, y arrimando a su pecho a un pequeño corderillo, fingió acariciarle.
Llegó un perro de los que cuidaban el rebaño y le preguntó:
-¿Qué estás haciendo?
-Le acaricio y juego con él -contestó con cara de inocencia.
-¡Pues suéltalo enseguida, si no quieres conocer mis mejores caricias!

Al impreparado lo delatan sus actos.
Estudia y aprende con gusto y tendrás éxito en tu vida.

1.023.5 Esopo - 000


La zorra y el mono discuten sobre su nobleza

Viajaban juntos por esta tierra una zorra y un mono, comentando a la vez cada uno sobre su nobleza.
Mientras cada cual detallaba ampliamente sus títulos, llegaron a cierto lugar. Volvió el mono su mirada hacia un cementerio y rompió a llorar.
Preguntó la zorra que le ocurría, y el mono, mostrándoles unas tumbas le dijo:
-¡Oh, cómo no voy a llorar cuando veo las lápidas funerarias de esos grandes héroes, mis antepasados!
-¡Puedes mentir cuanto quieras -contestó la zorra; pues ninguno de ellos se levantará para contradecirte! 

Sé siempre honesto en tu vida. Nunca sabrás si el vecino que te escucha sabe la verdad y corroborará o desmentirá tus palabras.

1.023.5 Esopo - 000


La zorra y el mono coronado rey

En una junta de animales, bailó tan bonito el mono, que ganándose la simpatía de los espectadores, fue elegido rey.
Celosa la zorra por no haber sido ella la elegida, vio un trozo de comida en un cepo y llevó allí al mono, diciéndole que había encontrado un tesoro digno de reyes, pero que en lugar de tomarlo para llevárselo a él, lo había guardado para que fuera él personalmente quien lo cogiera, ya que era una prerrogativa real.
El mono se acercó sin más reflexión, y quedó prensado en el cepo.
Entonces la zorra, a quien el mono acusaba de tenderle aquella trampa, repuso:
-¡Eres muy tonto, mono, y todavía pretendes reinar entre todos los animales!

No te lances a una empresa, si antes no has reflexionado sobre sus posibles éxitos o peligros.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra y el leon anciano

Un anciano león, incapaz ya de obtener por su propia fuerza la comida, decidió hacerlo usando la astucia. Para ello se dirigió a una cueva y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiendo que estaba enfermo. De este modo, cuando los otros animales pasaban para visitarle, los atrapaba inmediatamente para su comida.
Habían llegado y perecido ya bastantes animales, cuando la zorra, adivinando cuál era su ardid, se presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de la caverna, preguntó al león cómo le iba con su salud.
-Claro que hubiera entrado -le dijo la zorra- si no viera que todas las huellas entran, pero no hay ninguna que llegara a salir.

Siempre advierte a tiempo los indicios del peligro, y así evitarás que te dañe.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra y el leñador

Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña.
Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.
El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido.
Los cazadores no comprendieron las señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.
La zorra al verlos marcharse, salió silenciosa, sin decirle nada al leñador.
Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió:
-Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.

No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra y el hombre labrador

Había un hombre que odiaba a una zorra porque le ocasionaba algunos daños ocasionalmente.
Después de mucho intentarlo, pudo al fin cogerla, y buscando vengarse de ella, le ató a la cola una mecha empapada en aceite y le prendió fuego.
Pero un dios llevó a la zorra a los campos que cultivaba aquel hombre.
Era la época en que ya se estaba listo para la recolección del producto y el labrador siguiendo a la raposa, contempló llorando, cómo al pasar ella por sus campos, se quemaba toda su producción.

Procura ser comprensivo e indulgente, pues siempre sucede que el mal que generamos, tarde o temprano se regresa en contra nuestra.

1.023.5 Esopo - 000


La zorra y el espino

Una zorra saltaba sobre unos montículos, y estuvo de pronto a punto de caerse. Y para evitar la caída, se agarró a un espino, pero sus púas le hirieron las patas, y sintiendo el dolor que ellas le producían, le dijo al espino
-¡Acudí a ti por tu ayuda, y más bien me has herido!
A lo que respondió el espino:
-¡Tú tienes la culpa, amiga, por agarrarte a mí, bien sabes lo bueno que soy para enganchar y herir a todo el mundo, y tú no eres la excepción!

Nunca pidas ayuda a quien acostumbra a hacer el daño.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra y el chivo en el pozo

Cayó una zorra en un profundo pozo, viéndose obligada a quedar adentro por no poder alcanzar la orilla.
Llegó más tarde al mismo pozo un chivo sediento, y viendo a la zorra le preguntó si el agua era buena. Ella, ocultando su verdadero problema, se deshizo en elogios para el agua, afirmando que era excelente, e invitó al chivo a descender y probarla donde ella estaba.
Sin más pensarlo saltó el chivo al pozo, y después de saciar su sed, le preguntó a la zorra cómo harían para salir allí
Dijo entonces la zorra:
-Hay un modo, que sin duda es nuestra mutua salvación.
Apoya tus patas delanteras contra la pared y alza bien arriba tus cuernos; luego yo subiré por tu cuerpo y una vez afuera, tiraré de ti.
Le creyó el chivo y así lo hizo con buen gusto, y la zorra trepando hábilmente por la espalda y los cuernos de su compañero, alcanzó a salir del pozo, alejándose de la orilla al instante, sin cumplir con lo prometido.
Cuando el chivo le reclamó la violación de su convenio, se volvió la zorra y le dijo:
-¡Oye socio, si tuvieras tanta inteligencia como pelos en tu barba, no hubieras bajado sin pensar antes en cómo salir después!

Antes de comprometerte en algo, piensa primero si podrías salir de aquello, sin tomar en cuenta lo que te ofrezcan tus vecinos.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra y el cuervo hambriento

Un flaco y hambriento cuervo se posó en una higuera, y viendo que los higos aún estaban verdes, se quedó en el sitio a esperar a que maduraran.
Vio una zorra al hambriento cuervo eternizado en la higuera, y le preguntó qué hacía. Una vez que lo supo, le dijo:
-Haces muy mal perdiendo el tiempo confiado a una lejana esperanza; la esperanza se llena de bellas ilusiones, mas no de comida.

Si tienes una necesidad inmediata, de nada te servirá pensar satisfacerla con cosas inalcanzables.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra y el cuervo griton

Un cuervo robó a unos pastores un pedazo de carne y se retiró a un árbol.
Lo vio una zorra, y deseando apoderarse de aquella carne empezó a halagar al cuervo, elogiando sus elegantes proporciones y su gran belleza, agregando además que no había encontrado a nadie mejor dotado que él para ser el rey de las aves, pero que lo afectaba el hecho de que no tuviera voz.
El cuervo, para demostrarle a la zorra que no le faltaba la voz, soltó la carne para lanzar con orgullo fuertes gritos.
La zorra, sin perder tiempo, rápidamente cogió la carne y le dijo:
-Amigo cuervo, si además de vanidad tuvieras entendimiento, nada más te faltaría realmente para ser el rey de las aves. 

Cuando te adulen, es cuando con más razón debes cuidar de tus bienes.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra y el cocodrilo

Discutían un día la zorra y el cocodrilo sobre la nobleza de sus antepasados.
Por largo rato habló el cocodrilo acerca de la alcurnia de sus ancestros, y terminó por decir que sus padres habían llegado a ser los guardianes del gimnasio.
-No es necesario que me lo digas -replicó la zorra; las cualidades de tu piel demuestran muy bien que desde hace muchos años te dedicas a los ejercicios de gimnasia.

Recuerda siempre que lo que bien se ve, no se puede ocultar con la mentira.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra y el cangrejo de mar

Queriendo mantener su vida solitaria, pero un poco diferente a la ya acostumbrada, salió un cangrejo del mar y se fue a vivir a la playa.
Lo vio una zorra hambrienta, y como no encontraba nada mejor para comer, corrió hacia él y lo capturó.
Entonces el cangrejo, ya listo para ser devorado exclamó:
-¡Merezco todo esto, porque siendo yo animal del mar, he querido comportarme como si fuera de la tierra! 

Si intentas entrar a terrenos desconocidos, toma primero las precauciones debidas, no vayas a ser derrotado por lo que no conoces.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra que nunca habia visto un leon

Había una zorra que nunca había visto un león.
La puso el destino un día delante de la real fiera. Y como era la primera vez que le veía, sintió un miedo espantoso y se alejó tan rápido como pudo.
Al encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes, y lo observó con calma por un rato.
En fin, al verlo por tercera vez, se envalentonó lo suficiente hasta llegar a acercarse a él para entablar conversación.
En la medida que vayas conociendo algo, así le irás perdiendo el temor. Pero mantén siempre la distancia y prudencia adecuada.

1.023.5 Esopo - 000


La zorra con el rabo cortado

Una zorra a la cual un cepo le había cortado la cola, estaba tan avergonzada, que consideraba su vida horrorosa y humillante, por lo cual decidió que la solución sería aconsejar a las demás hermanas cortarse también la cola, para así disimular con la igualdad general, su defecto personal.
Reunió entonces a todas sus compañeras, diciéndoles que la cola no sólo era un feo agregado, sino además una carga sin razón.
Pero una de ellas tomó la palabra y dijo:
-Oye hermana, si no fuera por tu conveniencia de ahora, ¿nos darías en realidad este consejo?

Cuídate de los que dan consejo en busca de su propio beneficio, y no por hacer realmente un bien.

1.023.5 Esopo - 000

La zorra a la que le lleno su vientre

Una zorra hambrienta encontró en el tronco de una encina unos pedazos de carne y de pan que unos pastores habían dejado escondidos en una cavidad. Y entrando en dicha cavidad, se los comió todos.
Pero tanto comió y se le agrandó tanto el vientre que no pudo salir. Empezó a gemir y a lamentarse del problema en que había caído.
Por casualidad pasó por allí otra zorra, y oyendo sus quejidos se le acercó y le preguntó que le ocurría. Cuando se enteró de lo acaecido, le dijo:
-¡Pues quédate tranquila hermana hasta que vuelvas a tener la forma en que estabas, entonces de seguro podrás salir fácilmente sin problema!

Con paciencia se resuelven muchas dificultades

1.023.5 Esopo - 000

La viña y la cabra

Una viña se encontraba exuberante en los días de la cosecha con hojas y uvas. Una cabra que pasaba por ahí mordisqueó sus zarcillos y tiernas hojas. La viña le reclamó:
-¿Por qué me maltratas sin causa y comes mis hojas? ¿No ves que hay zacate suficiente? Pero no tendré que esperar demasiado por mi venganza, pues si sigues comiendo mis hojas y me maltratas hasta la raíz, yo proveeré el vino que echarán sobre ti cuando seas la víctima del sacrificio.

Los maltratos hechos con intención, tarde o temprano regresan a quien los hizo, muchas veces bajo otra vestidura.

1.023.5 Esopo - 000

La vibora y la zorra

Arrastraba la corriente de un río a una víbora enroscada en una maraña de espinas.
La vio pasar una zorra que descansaba y exclamó:
-¡Para tal clase de barco, tal piloto!

Personas perversas siempre conectan con situaciones perversas.

1.023.5 Esopo - 000

La vibora y la lima

A un taller de un herrero entró una víbora, pidiéndole caridad a las herramientas. Después de recibir algo de todas, faltando sólo la lima, se le acercó y le suplicó que le diera alguna cosa.
-¡Bien engañada estás! -repuso la lima, si crees que te daré algo. ¡Yo que tengo la costumbre, no de dar, sino de tomar algo de todos!

Nunca debes esperar obtener algo de quien sólo ha vivido de quitarle a los demás.

1.023.5 Esopo - 000

La vibora y la culebra de agua

Una víbora acostumbraba a beber agua de un manantial, y una culebra de agua que habitaba en él trataba de impedirlo, indignada porque la víbora, no contenta de reinar en su campo, también llegase a molestar su dominio.
A tanto llegó el enojo que convinieron en librar un combate: la que consiguiera la victoria entraría en posesión de todo.
Fijaron el día, y las ranas, que no querían a la culebra, fueron donde la víbora, excitándola y prometiéndole que la ayudarían a su lado.
Empezó el combate, y las ranas, no pudiendo hacer otra cosa, sólo lanzaban gritos.
Ganó la víbora y llenó de reproches a las ranas, pues en vez de ayudarle en la lucha, no habían hecho más que dar gritos. Respondieron las ranas:
-Pero compañera, nuestra ayuda no está en nuestros brazos, sino en las voces.

En la lucha diaria tan importante es el estímulo como la acción.

1.023.5 Esopo - 000

La rana que decia ser medico y la zorra

Gritaba un día una rana desde su pantano a los demás animales:
-¡Soy médico y conozco muy bien todos los remedios para todos los males!
La oyó una zorra y le reclamó:
-¿Cómo te atreves a anunciar ayudar a los demás, cuando tú misma cojeas y no te sabes curar?

Nunca proclames ser lo que no puedes demostrar con el ejemplo.

1.023.5 Esopo - 000

La rana gritona y el leon

Oyó una vez un león el croar de una rana, y se volvió hacia donde venía el sonido, pensando que era de algún animal muy importante.
Esperó y observó con atención un tiempo, y cuando vio a la rana que salía del pantano, se le acercó y la aplastó diciendo:
-¡Tú, tan pequeña y lanzando esos tremendos gritos!

Quien mucho habla, poco es lo que dice.

1.023.5 Esopo - 000

La paloma y la hormiga

Obligada por la sed, una hormiga bajó a un manantial, y arrastrada por la corriente, estaba a punto de ahogarse.
Viéndola en esta emergencia una paloma, desprendió de un árbol una ramita y la arrojó a la corriente, montó encima a la hormiga salvándola.
Mientras tanto un cazador de pájaros se adelantó con su arma preparada para cazar a la paloma. Le vio la hormiga y le picó en el talón, haciendo soltar al cazador su arma. Aprovechó el momento la paloma para alzar el vuelo.

Siempre corresponde en la mejor forma a los favores que recibas. Debemos ser siempre  agradecidos.

1.023.5 Esopo - 000

La liebre y la tortuga

Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le replicó:
-Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia.
Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que señalara el camino y la meta.
Llegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida.
Cuando despertó, y moviéndose lo más veloz que pudo, vio como la tortuga había llegado de primera al final y obtenido la victoria.

Con seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos siempre el éxito.

1.023.5 Esopo - 000

La golondrina y el hijo el prodigo

Un hijo pródigo, habiendo derrochado su patrimonio, sólo le quedaba un manto.
De repente vio a una golondrina que se había adelantado a la estación. Creyendo que ya llegaba la primavera, y que por lo tanto no necesitaría más del manto, fue también a venderlo.
Pero regresó el mal tiempo y el aire se puso más frío. Entonces, mientras se paseaba, halló a la golondrina muerta de frío.
-¡Desgraciada! -le dijo, nos has dañado a los dos al mismo tiempo.

Toma nota de si es la hora correcta antes de ejecutar una decisión. Una acción a destiempo puede ser desastrosa.

1.023.5 Esopo - 000

La gaviota, el espino y el murcielago

Se asociaron una gaviota, un murciélago y un espino para dedicarse juntos al comercio.
El murciélago buscó dinero, el espino unas telas, y la gaviota, una cantidad de cobre. Hecho lo cual aparejaron un barco.
Pero surgió una tremenda borrasca hundiéndose la barca y perdiéndose la carga; sólo salvaron sus vidas.
Por eso desde entonces la gaviota revolotea siempre al acecho en las orillas para ver si el mar arroja en alguna playa su cobre; el murciélago, huyendo de sus acreedores, sólo sale de noche para alimentarse; y el espino, en fin, apresa la ropa de los viajeros tratando de reconocer sus telas.

Siempre volvemos a lo que es de nuestro verdadero interés.

1.023.5 Esopo - 000

La esclava fea y afrodita

Una esclava fea y mala gozaba del amor de su amo.
Con el dinero que éste le daba, la esclava se embellecía con brillantes adornos, rivalizando con su propia señora.
Para agradecer a Afrodita que la hiciera bella, le hacía frecuentes sacrificios; pero la diosa se le apareció en sueños y dijo a la esclava:
-No me agradezcas el hacerte bella, si lo hago es porque estoy furiosa contra ese hombre a quien pareces hermosa.

No te ciegues por lo crees tu tesoro, no vaya a ser que sólo sea una carencia en tus vecinos.

1.023.5 Esopo - 000

La corneja y los pichones

Conoció una corneja un palomar que habitaban unos pichones muy bien alimentados, y queriendo disfrutar de tan buena comida blanqueó sus plumas y se unió a ellos.
Mientras la corneja estuvo en silencio, los pichones, creyéndola como uno de los suyos, la admitieron sin reclamo. Pero olvidándose de su actuación, en un descuido la corneja lanzó un grito. Entonces los pichones, que no le reconocieron su voz, la echaron de su nido.
Y la corneja, viendo que se le escapaba la comida de los pichones, volvió a buscar a sus semejantes.
Mas por haber perdido su color original, las otras cornejas tampoco la recibieron en su sociedad; de manera que por haber querido disfrutar de dos comidas, se quedó sin ninguna.

Contentémonos con nuestros bienes, pues tratar de tomar sin derecho los ajenos, sólo nos conduce a perderlo todo.

1.023.5 Esopo - 000

La corneja y las aves

Quería una vez Zeus proclamar un rey entre las aves, y les señaló un día para que comparecieran delante de él, pues iba a elegir a la que encontrara más hermosa para que reinara entre ellas.
Todas las aves se dirigieron a la orilla de un río para limpiarse.
Entonces la corneja, viéndose más fea que las demás, se dedicó a recoger las plumas que abandonaban los otros pájaros, ajustándolas a su cuerpo. Así, compuesta con ropajes ajenos, resultó la más hermosa de las aves.
Llegó el momento de la selección, y todos los pájaros se presentaron ante Zeus, sin faltar por supuesto, la corneja con su esplendoroso plumaje.
Y cuando ya estaba Zeus a punto de concederle la realeza a causa de tanta hermosura, los demás pájaros, indignados por el engaño, le arrancaron cada uno la pluma que le correspondía. Al fin, desplumada de lo ajeno, la corneja, simplemente corneja se quedó.

Nunca hagas alarde de los bienes ajenos como si fueran propios, pues tarde o temprano se descubre el engaño.

1.023.5 Esopo - 000

La corneja y el cuervo

Sentía una corneja celos contra los cuervos porque éstos dan presagios a los hombres, prediciéndoles el futuro, y por esta razón los toman como testigos. Quiso la corneja poseer las mismas cualidades.
Viendo pasar a unos viajeros se posó en un árbol, lanzándoles espantosos gritos. Al oír aquel estruendo, los viajeros retrocedieron espantados, excepto uno de ellos, que dijo a los demás:
-Eh, amigos, tranquilos; esa ave es solamente una corneja.
Sus gritos no son de presagios. 

Cuando vanidosamente y sin tener capacidades, se quiere rivalizar con los más preparados, no sólo no se les iguala, sino que además se queda en ridículo.

1.023.5 Esopo - 000


La corneja fugitiva

Un hombre cazó a una corneja, le ató un hilo a una pata y se la entregó a su hijo.
Mas la corneja, no pudiendo resignarse a vivir prisionera en aquel hogar, aprovechó un instante de libertad en un descuido para huir y tratar de volver a su nido.
Pero el hilo se le enredó en las ramas de un árbol y el ave no pudo volar más, quedando apresada. Viendo cercana su muerte, se dijo:
-¡Hecho está! Por no haber sabido soportar la esclavitud entre los hombres, ahora me veo privada de la vida.

En cuanto mayor son los valores que se buscan, mayores son los riesgos.

1.023.5 Esopo - 000

La corneja con los cuervos

Una corneja que por esas cosas del destino era más grande que sus compañeras, despreciando y burlándose de sus congéneres, se fue a vivir entre los cuervos pidiéndoles que aceptaran compartir su vida.
Pero los cuervos, a quienes su figura y voz les eran desconocidas, sin pensarlo mucho la golpearon y la arrojaron de su grupo.
Y la corneja, expulsada por los cuervos, volvió de nuevo donde las demás cornejas. Pero éstas, heridas por el ultraje que les había hecho, se negaron a recibirla otra vez.
Así, quedó esta corneja excluida de la sociedad de unos y de otros.

Cuando pienses cambiar de sociedad, domicilio o amistades, no lo hagas nunca despreciando a la anterior, no sea que más tarde tengas que regresar allá.

1.023.5 Esopo - 000

La comadreja y la lima

Se introdujo una comadreja en el taller de un herrero y se puso a lamer una lima que ahí se encontraba.
Al cabo de un rato su lengua arrojaba sangre en abundancia, y la comadreja se puso muy feliz pensando que había arrancado algo al hierro, hasta que acabó por perder su propia lengua.

Piensa siempre que si haces un daño, tarde o temprano éste regresará contra ti.

1.023.5 Esopo - 000

La cierva y la viña

Una cierva era perseguida por unos cazadores y se refugio bajo una viña. Pasaron cerca los cazadores, y la cierva, creyéndose muy bien escondida, empezó a saborear las hojas de la viña que la cubría.
Viendo los cazadores que las hojas se movían, pensaron muy acertadamente, que allí adentro había un animal oculto, y disparando sus flechas hirieron mortalmente a la cierva. Ésta, viéndose morir, pronunció estas palabras:
-¡Me lo he merecido, pues no debí haber maltratado a quien me estaba salvando!
Sé siempre agradecido con quien generosa-mente te da la ayuda para salir adelante.

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La cierva tuerta

Una cierva a la que le faltaba un ojo pacía a orillas del mar, volviendo su ojo intacto hacia la tierra para observar la posible llegada de cazadores, y dando al mar el lado que carecía del ojo, pues de allí no esperaba ningún peligro.
Pero resulta que una gente navegaba por este lugar, y al ver a la cierva la abatieron con sus dardos. Y la cierva agonizando, se dijo para sí:
-¡Pobre de mí! Vigilaba la tierra, que creía llena de peligros, y el mar, al que consideraba un refugio, me ha sido mucho más funesto.

Nunca excedas la valoración de las cosas. Procura ver siempre sus ventajas y desventajas en forma balanceada.

1.023.5 Esopo - 000

La cierva en la gruta del leon

Una cierva que huía de unos cazadores, llegó a una gruta donde no sabía que moraba un león. Entrando en ella para esconderse, cayó en las garras del león.
Viéndose sin remedio perdida, exclamó:
-¡Desdichada de mí! Huyendo de los hombres, caí en las garras de un feroz animal.

Si tratas de salir de un problema, busca que la salida no sea caer en otro peor.

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