Numerosas hormigas pasaban el duro y frío invierno en
una cálida y acogedora casa y en ella descansaban por la noche junto a la
lumbre.
Escucharon unos leves golpes en la puerta, se
apresuraron a abrir y descubrieron a Cigarrita desmayada sobre la nieve.
Rápidamente la invitaron a entrar.
Con el calor de la lumbre, Cigarrita fue entrando en
calor.
-No te preocupes Cigarrita. Estás en mi refugio -la
tranquilizó Hormiguita muy sonriente.
Cigarrita, avergonzada de su pasada conducta, prometió
cambiar de vida. Entre tanto, ¿qué podía hacer para corresponder a los cuidados
de sus anfitrionas?
-Bastará con que te encargues de hacer la comida y de
barrer el hormiguero -le dijo Hormiguita, satisfecha y contenta por el cambio
observado en su vieja amiga.
Cigarrita, muy emprendedora, fue desde ese momento una
estupenda servidora del hormiguero. Ayudaba a sus amigas a recolectar
alimentos e incluso las llevaba sobre sus alas si recorrían grandes distancias.
¡Ah! También supo amenizar las veladas ante la lumbre con su alegría y sus
canciones.
«Hay que saber recapacitar y agradecer los favores recibidos.»
0.999.5 anonimo fabula
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