Hablar era lo único que hacía doña Oca. Mientras los
demás se ocupaban de sus tareas, ella se lanzaba sobre cualquiera y le hablaba
con una velocidad endiablada. Llegó un momento en que todos, cuando la veían llegar,
corrían a esconderse, pues sabían que, si los cogía doña Oca, tenían después
tres días de cama con una jaqueca horrible. Doña Oca era más temida que la
peste.
Después de haber sufrido muchas bajas por enfermedad,
los miembros de la granja decidieron dar un susto a doña Oca para que se le
quitasen las ganas de hablar o, al menos, se contentase con hablar la cuarta
parte.
Desde aquel día, doña Oca empezó a recibir, de unos y
otros, tremendos sustos de muerte. De este modo, poco a poco fue perdiendo las
ganas de hablar y la paz volvió a la granja.
«Si eres un charlatán lo pasarás mal.»
0.999.5 anonimo fabula
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