Una pulga viajera se quedó a vivir entre los pelos de
un perro vagabundo. Allí se encontró con otra pulga y ambas se pasaban el día
charlando.
Mientras, el perro se aburría, pero sus oídos eran tan
finos que un día oyó unos gritos y susurros que procedían de las pulgas. No
tardó en descubrir a las dos amigas, que, muy asustadas, intentaron alejarse
del perro. Este, que deseaba compañía, les dijo:
-¡Esperad un momento! ¿Por qué tenéis tanta prisa? Podemos
ser buenos amigos. Yo os dejo que viváis sobre mi lomo y vosotras, a cambio,
dais esos gritos de vez en cuando. Así me distraigo y vosotras vivís calentitas
¿Queréis? ¿Os parece buena idea?
Como podéis imaginaros, las pulgas aceptaron.
«Los animales y personas, por diferentes que sean, siempre pueden
encontrar la forma de ser amigos.»
0.999.5 anonimo fabula
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