Lina era una pequeña jirafa a la que le gustaba mucho
cocinar. Un día que su madre estaba fuera de casa decidió hacer una tarta para
ella. Cuando fue a coger los huevos de la cesta, se le rompieron. Al querer
coger la harina, ésta se derramó sobre los huevos. Y lo mismo sucedió con el
azúcar.
-¡Vaya, se ve que hoy no es mi día de suerte!
De todas formas quitó los trozos de cáscara, amasó
todo y lo metió en el horno. Después se fue a jugar y no se acorde más del
pastel.
Al rato, llegó su madre y, oliendo a quemado, se dio
cuenta de lo que había hecho Lino. La llamó y le dijo:
-Gracias, Lino. Me has regalado un pastel. Nunca lo
olvidaré.
«A veces con la intención basta.»
0.999.5 anonimo fabula
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