Tenía un hombre una esposa siempre
malhumorada con todas las gentes de su casa. Queriendo saber si sería de igual
humor con los criados de su padre, la envió a casa de éste con un pretexto
cualquiera.
De regreso después de unos días, le
preguntó el marido cómo la habían tratado los criados en casa de su padre, y
ella respondió:
-Los pastores y los boyeros sólo me
miraban de reojo.
-Pues si tan mal te miraban, los
que salen con los rebaños al despuntar el día y no vuelven hasta el empezar la
noche, ¿cómo te mirarían todos aquellos con quienes pasabas el día entero?
Pequeños signos nos señalan grandes cosas, y débiles luces
nos muestran secretos ocultos.
1.023.5 Esopo
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