Había una vez un gatito al que le gustaban mucho las
sardinas. Un día fue al mercado y, en un descuido del pescadero, el gato saltó
y cogió una sardina. El pescadero corrió tras el gato. Éste, muy veloz, cruzó
un prado y llegó a un arroyo. En sus aguas el gato vio algo que le llenó de envidia:
otro gato que parecía estar junto a él llevaba en su boca una sardina mayor que
la suya.
Sin pensarlo ni un momento el gato se lanzó al agua
intentando arrebatarle la sardina. Pronto vio que no había tal gato ni tal
sardina. En realidad había visto su imagen deformada. Tuvo que esforzarse mucho
para salir del agua. Entretanto, la sardina había desaparecido en el arroyo.
«En vez de conformarse con la sardina que tenía, se dejó llevar por su
glotonería.»
0.999.5 anonimo fabula,
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