Recibido Hércules entre los dioses
y admitido a la mesa de Zeus, Conducía un boyero una carreta hacia una aldea, y
la carreta se despeñó a un barranco profundo.
El boyero, en lugar de ayudar a los
bueyes a salir de aquel trance, se quedó allí cruzado de brazos, invocando
entre todos los dioses a Hércules, que era el de su mayor devoción. Llegó
entonces Hércules y le dijo:
-¡Toma una rueda, hostiga a los
bueyes y no invoques a los dioses si no hay esfuerzo de tu parte!
-Si no lo haces así, nos invocarás
en vano.
La oración debe acompañarse siempre previamente de la
acción.
1.023.5 Esopo
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