En el gallinero, doce gallinas y sus polluelos
compartían su vida con Ratoncín. Este hacía las delicias de sus compañeros con
sus estupendas ocurrencias.
Un día, el dueño del gallinero metió en él un gallo
muy dominante. Lo primero que hizo fue expulsar a Ratoncín a picotazos. Después
obligaba a trabajar a las gallinas y a sus polluelos mucho más de lo necesario.
Sin embargo, éstos, de acuerdo con Ratoncín, decidieron sublevarse contra el
gallo dictador. Una noche Ratoncín untó con pegamento el palo donde se subía el
gallo para dar las órdenes. Al día siguiente, cuando el gallo subió para
despertarlos con su agudo «kikirikí», se quedó pegado al palo. El gallinero
volvió a ser el mismo lugar alegre de antes. Naturalmente, todo lo veía el
gallo desde el palo donde estaba pegado.
Tras pasar varios días pensando, comprendió que había
abusado de todos y, después de pedir perdón, le despegaron del palo. Desde ese
día, el gallo vivió en paz.
«De los escarmentados salen los avisados.»
0.999.5 anonimo fabula,
No hay comentarios:
Publicar un comentario