Encontró un pastor un joven lobo y
se lo llevó. Enseguida le enseñó como robar ovejas de los rebaños vecinos. Y el
lobo, ya crecido y demostrándose como un excelente alumno, dijo al pastor:
-Puesto que me has enseñado muy
bien a robar, pon buena atención en tu vigilancia, o perderás parte de tu
rebaño también.
Quien enseña a hacer el mal, tiene que cuidarse de sus
propios discípulos.
1.023.5 Esopo
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