Cisne era un vagabundo que iba de casa en casa
haciendo compañía y alegrando a los animales viejos y enfermos.
Si alguien estaba enfermo y lloraba apoyado en el
tronco de un árbol, Cisne aparecía, le consolaba con bellas palabras y le
prometía que, en uno o dos días, le enviaría a casa un regalito.
Efectivamente, al cabo de un par de días el enfermo recibía
la medicina que necesitaba, aunque él no le hubiese tomado en serio. A Cisne no
le importaba que al principio nadie quisiese hablar con él. Al cabo de un
tiempo, cuando ya le conocían bien, confiaban en sus palabras. Ahora los amigos
de Cisne se cuentan por cientos.
«No se debe juzgar sin conocer.»
0.999.5 anonimo fabula,
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