Un hombre tenía en su casa un
semidiós, al que ofrecía ricos sacrificios.
Como no cesaba de gastar en estos
sacrificios sumas considerables, el semidiós se le apareció por la noche y le
dijo:
-Amigo mío, deja ya de dilapidar tu
riqueza, porque si te gastas todo y luego te ves pobre, me echarás a mí la
culpa.
Si gastas tus riquezas en cosas innecesarias, no le eches
luego la culpa de tus problemas a nadie más.
1.023.5 Esopo
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