Conejito era un gran dormilón que sólo se levantaba
para comer. No trabajaba y cada día estaba más gordo. Llegó un momento en que
había que ayudarle a levantarse de la cama, pues por sí solo era incapaz de
hacerlo.
«¡Qué grasiento y repelente está!», pensaba Conejita
al verle ante la puerta de su casa mientras él la contemplaba mudo de asombro ante
su belleza.
Se había enamorado perdidamente de la dama. Cuando
Conejito quiso acercarse a ella ésta se alejó corriendo.
Conejito perdió el sueño y comprendió que la vida era algo
más que comer y dormir. Al mirarse en el espejo comprobó lo feo y gordo que
estaba. Desde ese momento, Conejito se hizo el firme propósito de buscar
trabajo, hacer gimnasia para adelgazar y dormir sólo lo necesario.
Quizá más adelante Conejita cambie de opinión. De
momento, Conejito tiene que recuperar el tiempo perdido.
«Si eres un vago, es difícil que te aprecien.»
0.999.5 anonimo fabula,
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