Un niño ciego de nacimiento, dijo
una vez a su madre:
-¡Yo estoy seguro de que puedo
ver!
Y con el deseo de probarle a él su
error, su madre puso delante de él unos granos de aromoso incienso y le
preguntó:
-¿Qué es eso?
El niño contestó:
-Una piedra.
A lo que su madre exclamó:
-Oh mi hijo, temo que no sólo estás
ciego, sino que tampoco tienes olfato.
No nos engañemos creyendo que nuestras ilusiones son
realidades, pues podríamos luego encontrar que nuestra situación era peor de lo
supuesto.
1.023.5 Esopo
No hay comentarios:
Publicar un comentario