Gatito era muy terco, jamás daba su pata a torcer ante
los demás.
Un día, Gatito se fijó en un hermoso canario cuya
jaula colgaba de un gancho muy alto. Se relamía pensando en el sabroso bocado
que tenía ante sus ojos.
«iHuuuum! Voy a comerme a éste cueste o que cueste»,
pensó.
Muy tranquilo, Gatito se sentó frente a a jaula en la
que vivía el canario y aguardó oacientemente. El canario, compadecido del pobre
gato, le dijo:
-Creo que estás perdiendo el tiempo, porque nunca voy
a salir de esta jaula. ¿No sería mejor que subieses a aquellos árboles que se ven
a lo lejos? Seguro que allí hay pájaros.
-Por mí no te preocupes, amigo. Si es necesario,
esperaré toda la vida.
-Allá tú. Yo ya te he advertido -dijo el canario muy
tranquilo.
Pasaron horas, días, semanas, meses y años. Gatito se
alimentaba de algún que otro ratón que pasaba por allí. Aunque se había hecho
viejo, seguía firme en su propósito. Murió antes que el canario, que siguió
viviendo muy tranquilo en su jaula.
«Ser ambicioso y desconfiado da malos resultados.»
0.999.5 anonimo fabula,
No hay comentarios:
Publicar un comentario