Viajaban unas gentes para cierto
asunto, cuando encontraron a un cuervo que había perdido un ojo.
Volvieron hacia el cuervo sus
miradas, y uno de los viandantes aconsejó el regreso, pues en su opinión
hacerlo era lo que aconsejaba el presagio. Pero otro de los caminantes tomó la
palabra y dijo:
-¿Cómo podría este cuervo
predecirnos el Futuro si él mismo no ha podido prever, para evitarlo, la
pérdida de su ojo?
Quien no puede cuidar de sí mismo, menos indicado está para
aconsejar al prójimo.
1.023.5 Esopo - 000
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