Decíame un amigo
Un día que nos íbamos paseando:
-Ya conozco mis yerros,
Y arrepentido trato de enmendarlos.
No más amor, ni juego;
No más deleites, pues viví engañado.
-¿Desde cuando, le dije,
Ha de empezar la enmienda? Ha ya tres
años
Que te oigo igual protesta,
Y hasta el día no se ha verificado.
-Necesito un pretexto
Para no quedar yo tan desairado
A los ojos del mundo.
A esta sazón, a márgenes llegamos
Del caudaloso Sena,
Donde vimos, sentado en un peñasco,
A cierto pasajero,
Impaciente sus aguas observando.
-¿Qué hacéis ahí, le dije,
Tan triste, tan suspenso, y tan
parado?
-A esa aldea vecina,
Me respondió con aire sosegado,
Voy a cierto negocio;
Y como no hallo puente, aquí
esperando
Estoy que deje el río
De correr una vez para pasarlo.
-He aquí tu misma imagen,
Dije a mi amigo entonces. Tú has
pasado,
Y pasas en proyectos
Lo más precioso de tus dulces años;
Esperando un momento
Que jamás llegará. -Vaya, paisano,
Si atravesar el río
Queréis como decís, pasadle a nado,
Porque él correrá siempre
Con igual rapidez que está pasando.
Para todos los hombres
¡Qué documento tan seguro y sabio
Libro
4 – Fabula XLIX
1.089.5 Claris de florian, jean pierre - 032
No hay comentarios:
Publicar un comentario