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lunes, 11 de noviembre de 2013

El jabali y los ruiseñores

Cierto señor, rico, y vano,
Como lo son los más de ellos;
Muy preciado de buen gusto;
Muy creído de talento
Tan solamente porque
Tenía mucho dinero,
Daba su mesa de gratis
A diferentes ingenios
Que con lisonja alababan
Su corto discernimiento,
Mendigando sus elogios,
Y aun a veces recibiendo
De su ignorancia en las artes
Despreciables documentos.
Una tarde se paseaba
Con un pobre jardinero
Por un parque solitario,
En cuya espesura vieron
A un jabalí que labraba
La tierra, como hacen ellos,
Para afilar sus colmillos;
Y en torno de él, muy contentos,
Infinitos ruiseñores
Siguiéndole con gorgeos.
Oíales el bestiaza
Tan grave y tan circunspecto
Como si en el ut, re, mi
Fuera consumado maestro,
Bajando de cuando en cuando
La cabeza muy severo
En señal de aprobación;
Y aún se dice por muy cierto
Que le oyeron entre dientes
Dos bravos y tres superbos.
-Pues ¡cómo! dijo admirado
Nuestro gran señor al verlo,
¿Para juez de sus canciones
Han elegido indiscretos
A un animal tan salvaje?
-No entiende Vmd. el misterio,
Él jardinero responde:
El jabalí, sin saberlo,
Hace salir de la tierra
Innumerables insectos,
Que de aquellos ruiseñores
Son exquisito alimento:
Y mientras ellos le siguen,
Para sacar su provecho,
El majadero discurre
Que es por amor y respeto.

¡Qué de jabalís como éste
En el mundo conocemos!
Pues digo de ruiseñores,
¡Cuántos que hacen lo que aquéllos!

Libro 4 – Fabula XLVII


1.089.5 Claris de florian, jean pierre - 032

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