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lunes, 11 de noviembre de 2013

El vestido de arlequin

En dulce compañía
Estaban a un balcón, y en una jaula,
Un cardenal hermoso y un canario
Con una papagaya,
A tiempo que, siguiendo a su pareja,
Un arlequín pasaba.
-Su cara no me gusta,
La papagaya dice: más, me encanta
Aquel airoso cuerpo:
Y el verde del vestido le hace gracia.
-¿Verde el vestido? el cardenal replica.
O tienes cataratas,
O tú, querida amiga, estás durmiendo:
Que es encarnado todo, ¿no reparas?
-Digo, digo compadre;
Póngase usted las gafas,
Y distinga siquiera de colores,
Con una carcajada
El canario replica: ¿no ve claro
Que es color de limón? ¡Qué linda zambra
Entre los tres armaron!
¡Qué voces! ¡qué algazara
Por sostener cada uno su dictamen!
Y en fin, un pico-verde que se hallaba
l balcón inmediato,
Metido en otra jaula,
-Aplacad vuestra cólera, les dice;
Todos tenéis razón, si se repara,
Pues es verde, encarnado,
Y color de limón: mas, por desgracia,
Sólo vio cada uno
El color que le agrada.

¡A cuantos, por mirar así las cosas,
las que son negras les parecen blancas!

Libro 2 – Fabula XXII


1.089.5 Claris de florian, jean pierre - 032

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