Escapó de su jaula un papagayo,
Y en un gran bosque estableció su
nido,
Donde, de nuestros críticos tomando
La gravedad, el tono y el estilo,
Del ruiseñor el canto censuraba,
Faltas poniendo a su cadencia y
trinos:
Poco menos decía del canario,
Del colorín jilguero y el pardillo;
Y alabaría acaso el cras del
cuervo
Si el de su cras maestro
hubiera sido.
Ningún pájaro, en fin, le complacía;
De modo, que no bien daba principio
Alguno a gorgear, mi papagayo
Callar le hacía a fuerza de silbidos.
Cansados ya los pájaros del bosque
De sufrirle, vinieron a su asilo;
Y uno de ellos le dice: pues ninguno
De nosotros os place, señor mío,
Hacednos gracia de cantar un poco,
Pues según censuráis, está ya visto
Que nos lleváis muchísima ventaja.
Mi papagayo, un poco sorprendido,
Rascándose con gracia la cabeza,
Miró al arengador, y así les dijo
Con aire magistral y tono grave:
-Yo no canto, señores, pero silbo.
¡Oh! ¡cuántos papagayos como
éste
Conozco yo! pero callar elijo.
Libro
2 – Fabula XVIII
1.089.5 Claris de florian, jean pierre - 032
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