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lunes, 11 de noviembre de 2013

La carpa y sus hijuelos

Cuenta, hijos míos, decía
Una carpa a sus hijuelos,
Con no llegaros jamás
A la orilla, pues hay riesgo
De que caigáis en las redes,
O que traguéis los anzuelos.
Pues, señor; críticamente
Dábales este consejo
A tiempo que el mes de abril
Venía con mucho estruendo
Deshelando las montañas,
Por dar en rostro al enero;
De modo que por instantes
Iban los ríos creciendo
Y saliéndose de madre.
Mis carpillas que tal vieron:
-¡Que si quieres! exclamaron:
¿Que en el fondo nos estemos
Quietecitas? ¿eh? ya baja.
Con que cuando están cubiertos
Los árboles, y tan sólo
Divisamos agua y cielo;
Cuando señoras del mundo
En este instante nos vemos,
¿Viviríamos aquí
Encerradas? ni por pienso.
-A correr cortes, muchachas,
Que bien pronto volveremos
A dar a nuestra mamá
Noticias del mundo entero.
En vano la sabia carpa
Las vuelve a pintar de nuevo
Los peligros de aquel viaje.
No señor: ¿quién dijo miedo?
Todas del margen del río
Se salen con gran contento;
Y a poquísimos instantes
Se retiran a su centro
Las aguas; y he aquí en un punto
Mis vanilocas en seco;
Y en otro, presas y fritas.
¿Y por qué? ¿quieren saberlo?
Por presumir de más sabias
Que su madre, lo primero,
Y por quererse salir
De su esfera... ése es el cuento:
Y cuento a fe que a infinitos
Sé yo que les viene a pelo.

Libro 4 – Fabula XLIII


1.089.5 Claris de florian, jean pierre - 032

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