Paseábase un príncipe muy joven,
Del ayo acompañado,
Por un sombrío bosque:
Y viendo sobre un árbol
A un ruiseñor que alegre gorgeaba,
Corrió a cogerle, de su voz prendado;
Pero al ruido que hizo
Escapó el ruiseñor lleno de espanto.
Burlado, y con enojo,
Dijo entonces el príncipe a su ayo:
-¿Por qué este pajarillo,
El más precioso, acaso,
De todos, por su voz y maestría,
Ha de vivir agreste y solitario
En los oscuros bosques,
Donde nadie escuchar puede su canto?
-Los molestos gorriones,
Señor, responde su mentor, son
tantos,
Que en todas partes cunden;
Pero el mérito vive de ordinario
Escondido de todos,
Y el que le quiera hallar, ha de
buscarlo,
No en el bullicio alegre,
Sino en la soledad se oculta el
sabio.
Libro
2 – Fabula XV
1.089.5 Claris de florian, jean pierre - 032
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