Translate

lunes, 11 de noviembre de 2013

El rey y los dos pastores

Paseábase un rey en cierta tarde,
Muy triste y macilento,
Por un hermoso prado,
Y así a su confidente iba diciendo:
¿Podrá haber en la tierra,
Si bien lo considero,
Situación más penosa que la mía?
Amo la paz, y en precisión me veo
De sostener la guerra:
A mis vasallos quiero,
Y con duros tributos les agobio:
Yo busco la verdad y no la encuentro:
En males y miserias sumergidos
Miro mis tristes pueblos,
Sin que aliviarlos pueda;
En fin, pido consejo,
Y ni consejo, ni remedios hallo.
Aquí llegaba, cuando ve, no lejos,
Un crecido rebaño
De esquilmados y estíticos carneros,
De corderos sin madres,
De ovejas sin corderos,
Extenuados, tristes y dispersos.
Su conductor Gilote iba corriendo,
Ya a alcanzar a una oveja
Que a la selva partía como el viento,
Ya al corderillo que detrás se queda:
De modo que en el crítico momento
Que él iba por un lado,
Un lobo carnicero
Carga con una res. Gilote acude,
Y otra entre tanto viene sin remedio
A ser despojo de una hambrienta loba.
Párase el pobre casi sin aliento,
Y afligido y confuso
Maldice su fortuna. El rey, atento
A la fatal escena:
-He allí mi imagen, dice: tantos riesgos
Como a él, a mí me cercan y me afligen,
Sin encontrar consuelo.
Vuelve entonces los ojos,
Y ve en el otro extremo
Del mismo prado un hato más crecido
De ovejas y carneros,
Que alegres pasturaban
Sin el menor recelo,
Mientras que su pastor, allí tendido,
Cantaba dulces versos
A su tierna zagala
Al compás de su rústico instrumento.
El monarca, admirado,
Dijo al verle: ¡qué presto
Este hermoso ganado
Destruido será del lobo fiero
Si así el pastor le deja y se descuida!
Asoma con efecto
Un lobo de repente;
Pero vele un mastín, y con denuedo
Le estrecha y despedaza:
Entre tanto, aterrados los corderos
Huyen a la llanura;
Pero va otro mastín en el momento
Y al ganado les vuelve,
Quedando todos en igual sosiego
Que disfrutaban antes,
Sin que el pastor dejara su recreo.
Llégase el rey entonces, y le dice:
-¿Cómo, cuando tan lleno
Está este sitio de voraces lobos,
Tú vives tan sereno,
Y tus ganados pacen tan tranquilos?
-Señor, responde: claro está el misterio:
Toda la cosa pende
En haber escogido buenos perros.

Libro 3 – Fabula XXXVIII


1.089.5 Claris de florian, jean pierre - 032

No hay comentarios:

Publicar un comentario