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lunes, 11 de noviembre de 2013

El buey, el asno, y el caballo

Disputó cierto día
La preferencia un asno
A un buey forzudo y gordo,
Y a un potro sevillano.
¡Un asno tanto orgullo!
Señores, no lo extraño,
Que hay muchos que le imiten,
Si quieren confesarlo.
El buey, con mansedumbre,
Fundaba su alegato
En su apacible genio,
Sus fuerzas y trabajos.
En su veloz carrera
Fundábase el caballo,
Y en el noble ejercicio
A que era destinado.
El asno se esforzaba,
Con el mayor conato,
A sostener que él era
De todos el más apto,
Más útil, y más digno.
-Allí, dijo el caballo,
Vienen tres hombres, ellos
Pueden juzgar el caso,
Y el que dos votos logre,
Vendrá a tener el lauro.
Llegados, en efecto,
El buey tomó a su cargo
El importante informe;
Y oído su relato,
Uno de los tres jueces,
Picador afamado,
Dijo: la preferencia
Debe darse al caballo.
-Hermano: poco a poco,
Le dice con enfado
Un gordo molinero,
Que solamente el asno
Ser preferido debe,
Si hacer justicia trato.
-¡Ya baja!, exclama entonces
Muy lleno de entusiasmo
El juez tercero, que era
Un rico arrendatario:
Del buey, señores míos,
La preferencia fallo,
Fundado en los derechos
Escritos, y aun pensados.
-No es justo así, replica
El potro respingando:
Sólo en vuestro provecho
Juzgáis, y en nuestro daño.
-¿Y por qué no? contesta
El picador: ¿acaso
Es otro entre los hombres
El código ordinario?

Libro I. Fabula IV


1.089.5 Claris de florian, jean pierre - 032

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