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lunes, 11 de noviembre de 2013

El muchacho y el espejo

Cierto muchacho, criado
En un miserable pueblo,
Vuelto a casa de sus padres
Se admiró al ver un espejo.
Viendo en él a otro muchacho,
Hizo involuntario un gesto;
Y al mirar que le remeda,
Se enfurece con extremo.
Le amenaza con el puño,
Y ve que el otro soberbio,
Con su puño le amenaza.
Allí fue troya: al momento
Le descarga mi rapaz
Una puñada, creyendo
Que le iba a desbaratar
Los hocicos cuando menos;
Y cátate al pobre chico
Que se lastima los dedos,
Y alza el clamor, renegando
Del muchacho y el espejo.
La madre acude a sus lloros,
Y le halaga con afecto,
Diciéndole: Mira, bobo,
¿Tú no le hiciste primero,
Un gesto? pues él te hizo otro.
Ríete, verás qué presto
Se ríe él también. Si tú
Le das la mano contento,
Verás que él te da la suya;
Y si tú le muestras ceño,
Ceñudo se pondrá él;
Porque él es, hijo, el ejemplo
De la sociedad, la cual
Nos vuelve, como el espejo,
En nuestro provecho o daño
Todo el bien o mal que hacemos.

Libro 4 – Fabula XLV


1.089.5 Claris de florian, jean pierre - 032

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