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lunes, 11 de noviembre de 2013

El gato y los ratones

Un gato regalón de cierta viuda,
Harto de pollos, liebres y menestras,
Más por poltronería que otra cosa,
A los ratones concedió una tregua:
De modo que, seguros por entonces
Estos señores míos de sorpresa,
Tronchaban, asolaban y comían
Sin miedo, sin rubor y sin conciencia.
Un día, pues, que en el granero estaba
El reverendo gato, muy de siesta,
Reposando el opíparo banquete
Que por razón de días, a la cuenta,
Había celebrado su señora,
Entraron los ratones con gran fiesta
A dar al trigo el cotidiano asalto.
Mas se hallaba en tan fuerte soñarrera
Mi gato, que ni a oírles, ni aun a olerles
Llegó. Mis ratoncitos, que le observan
Tan callado y pacífico, creyeron
Que es miedo que tenía a la caterva,
Y orgullosos resuelven atacarle.
Con efecto, formaron su asamblea:
Se nombra general, se toca al arma,
Y embisten a mi gato en su trinchera.
Despierta al ruido, mira con gran sorna
Al audaz escuadrón, la garra apresta,
Acomete veloz, le desbarata;
Y al furor de sus uñas aguileñas,
Sin ser visto ni oído, en el granero,
Tribunos, general y haces entierra.
En fin, para abreviar aquesta historia,
De una carnicería tan completa
Sólo escaparon vivos dos ratones,
Que al ver de lejos la horrorosa escena,
-Malo va, dicen. Pies, ¿para qué os quiero?

Insultar, por pacífico que sea,
Al enemigo fuerte, no es cordura;
Pues hemos visto ya por experiencia
Que pierde de ordinario lo que tiene
El que en ganarlo todo así se empeña.

Libro 2 – Fabula XXIII


1.089.5 Claris de florian, jean pierre - 032

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