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lunes, 11 de noviembre de 2013

La fabula y la verdad

Salióse cierto día
La señora Verdad muy despechada
Del oculto rincón en que vivía,
Desnuda, seca, triste y acabada.
Comenzó, pues, mi pobre doña Enteca
A andar de ceca en meca
Buscando con afán mejor ventura;
Pero la gente, al ver su catadura,
Fantasma la creía;
Y de manera de la pobre huía,
Que por montes y prados, la cuitada,
Andaba errante, sin hallar morada.
Presentóse a sus ojos vacilantes
La Fábula orgullosa,
Llena de plumas, galas, diamantes,
Que, aun falsos, parecían otra cosa.
-Buenos días, la dice:
¿A dónde así caminas, infelice?
-Muerta de frío, a todos ruego en vano;
Pues con pecho inhumano,
Asustados al verme,
Huyen de mí, y no quieren acogerme.
-Nada extrañarlo debo,
Que todos huyen de mujer con años:
Mas yo a enmendar me atrevo
Tu suerte. Mira: yo, con mis engaños,
Logro pasar la vida
De todos estimada y aplaudida;
Y lograré sin duda
Que a ti te amen también, mas no desnuda.
Y así vente conmigo, que yo en tanto
Te iré cubriendo con mi mismo manto.
Por tu respeto, el sabio impertinente
Me verá sin desprecio:
Y por el mío, el necio o imprudente
A ti te admirará con grande aprecio.
Así, en común ventura,
Tú con tu juicio, yo con mi locura,
Juntas caminaremos;
Y siempre unidas, asilo encontraremos
En todas las regiones,
En todas clases, genios y opiniones.

Libro I. Fabula I

1.089.5 Claris de florian, jean pierre - 032

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