Trompa y Trompita eran muy amigos. Su amistad podía
desafiar cualquier prueba, por dura que ésta fuese. Siempre estaban juntos, ya
que sus respectivas familias también se llevaban muy bien. Además tenían en
común una gran afición: cantaban muy bien y actuaban en festivales. Formaban un
dúo musical, Trompita tenía voz de soprano y Trompa era el tenor.
-¡Si pudiésemos cantar luciendo un traje nuevo en vez
del uniforme gris del colegio! -decían ambos, llenos de ilusión ante el
próximo festival.
Don Castor, que era el mejor sastre del pueblo, se
enteró y les dijo:
-Puedo intentar convertir esos uniformes en trajes
dignos de cantantes.
Y don Castor les hizo unos trajes de gala. Ellos,
agradecidos, dieron una serenata delante de su casa, que causó expectación
entre los vecinos.
Cuando Trompa y Trompita se hicieron mayores formaron
un dúo que actuaba dando recitales en los mejores teatros del mundo.
«El que se empeña lo consigue.»
0.999.5 anonimo fabula
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