En Juergalandia todo el mundo gasta inocentadas a los
amigos el día de los inocentes. A doña Pava le quemaron unos gamberros la cola
de su vestido. Peor suerte corrió don Cocodrilo, que perdió la mitad de sus
innumerables dientes al morder un petardo que había confundido con la tibia de
un dinosaurio. Y qué decir de don Hipopótamo, honrado ciudadano que casi se
vuelve loco cuando le dijeron que le había tocado la lotería. ¡La de cosas que
había soñado comprar!
Según dicen, después de la euforia, al saber que era
una broma, don Hipopótamo salió corriendo furioso detrás del bromista, al que
todavía sigue buscando.
«En los Santos Inocentes hay que tener cuidado con las inocentadas.»
0.999.5 anonimo fabula
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