Acompañaba un lobo a un rebaño de
ovejas pero sin hacerles daño. Al principio el pastor lo observaba y tenía
cuidado de él como un enemigo. Pero como el lobo le seguía y en ningún momento
intentó robo alguno, llegó a pensar el pastor que más bien tenía un guardián de
aliado.
Cierto día, teniendo el pastor
necesidad de ir al pueblo, dejó sus ovejas confiadamente junto al lobo y se
marchó.
El lobo, al ver llegado el momento
oportuno, se lanzó sobre el rebaño y devoró casi todo.
Cuando regresó el pastor y vio todo
lo sucedido exclamó:
-Bien merecido lo tengo; porque ¿De
dónde saqué confiar las ovejas a un lobo?
Nunca dejes tus valores al alcance de los codiciosos, no
importa su inocente apariencia
1.023.5 Esopo - 000
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