Había un perro que acostumbraba
morder sin razón.
Le puso su amo una campanilla para
advertirle a la gente de su presencia cercana. Y el can, sonando la campanilla,
se fue a la plaza pública a presumir. Mas una sabia perra, ya avanzada de años
le dijo:
-¿De qué presumes tanto, amigo? Sé
que no llevas esa campanilla por tus grandes virtudes, sino para anunciar tu
maldad oculta.
Los halagos que se hacen a sí mismos los fanfarrones, sólo
delatan sus mayores defectos.
1.023.5 Esopo - 000
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