Un perro corría con un hueso en la
boca. Tuvo que pasar por un puente y se le ocurrió mirar hacia abajo. Y le
pareció que, en el agua, había otro perro, igual que él, que llevaba también un
hueso en la boca. Se le ocurrió entonces: ¿no sería mejor tener dos huesos que
uno? Y para que el otro perro se asustara y soltara el hueso, empezó a ladrar
desesperadamente. Pero al abrir la boca se le cayó el hueso al agua. Y no
volvió a verlo.
Quien lo
ajeno codicia lo propio perderá.
1.023.5 Esopo - 000
No hay comentarios:
Publicar un comentario