Castorcete era muy hogareño, pero vivía con una
hermana que siempre le estaba regañando y a veces resultaba desesperante, pues
no sabía qué hacer para estar tranquilo sin temor a sus enfados.
Una noche, Castorcete decidió buscarse otro sitio donde
vivir. Cuando llevaba varias horas vagando en plena oscuridad se encontró un
pequeño ratón que se había extraviado. El pobre tiritaba de frío y estaba
desfallecido.
Sin dudarlo, Turoncete decidió llevarlo a casa.
Nada más ver a Ratoncín, la hermana de Castorcete se
puso a jugar con él. Desde ese momento todo cambió en ese hogar. Castorcete y
su hermana adoptaron a Ratoncín como un hermano más y los tres fueron muy
felices.
«Tener compañía da una gran alegría.»
0.999.5 anonimo fabula
No hay comentarios:
Publicar un comentario