Terri era un perro muy travieso, que asustaba a los
gatos del barrio.
-¡Bah, son todos unos cobardicas! Si les ladro, salen
corriendo -decía Terri.
Le hubiera gustado encontrar algún enemigo importante,
pero no era posible. Le hablaron de un gato feroz que vivía en la esquina de su
calle. Allá fue Terri a comprobar su valentía y, cuando estuvo frente a él,
ladró con fuerza. El gato, lejos de asustarse, erizó todo su pelo.
-¡Gatito engreído! Será mejor que huyas cuando yo
ladro. Si no, puedes tener un disgusto -amenazó Terri, airado.
El «gatito», sin decir palabra, se lanzó sobre Terri y
le arañó furioso mientras decía:
-¡Tú sí que vas a tener un disgusto!
Terri se asustó. Tenía un arañazo que le dolía. Desde
ese día dejó de perseguir a los gatos. Al contrario, cuando veía uno, echaba a
correr.
«No te dejes llevar por el orgullo y la violencia. Puedes sufrir una
amarga lección.»
0.999.5 anonimo fabula
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