Mimí era la encargada de cuidar a unos gatitos muy
traviesos. Mientras estaban en el colegio, se ocupaba del canario, de los
ratoncitos y del pez de coiores. La casa era un remanso de paz.
Cuando volvían del colegio, los gatitos armaban un
jaleo tremendo. Perseguían a los ratones, atemorizaban al canario e intentaban
coger al pececillo para llevarlo a la bañera. Mimí siempre llegaba a tiempo de
impedirlo.
Un día, al volver a casa, Mimí se encontró a los
gatitos dentro de la bañera llena de agua pues habían resbalado y se habían
dado un gran golpe. En vez de regañarlos, Mimí los sacó y los cambió de ropa.
Los gatitos comprendieron que debían tratar mejor a
los demás. Desde entonces fueron cariñosos con los ratones, el canario y el
pez, y la armonía reinó en la casa.
«Con orden hay buena armonía.»
0.999.5 anonimo fabula
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