Castorcito ahora come a todas horas. Naturalmente,
empieza a engordar y engordar. Como es un presumido, se mira diariamente al
espejo y empieza a preocuparse por la papada que le sale debajo del hocico y
los michelines de sus costillas.
Conejín se cruza con él en la calle y le dice con
ánimo de ayudarle:
-¡Qué gordo estás, Castorcito! Yo te pondría a tono en
un mes. La gimnasia es lo mejor para estos casos.
-¿Ah, sí? -responde Castorcito, arrepentido de su
glotonería.
Desde ese día Castorcito decide empezar a hacer
ciclismo, gimnasia, a correr, nadar, etc., pero con el ejercicio se le
despierta un hambre feroz y, en vez de perder peso, engorda más.
Tras mucho cavilar, Castorcito al fin comprende que,
aunque es bueno hacer gimnasia, lo mejor para perder peso es comer un poco de
todo y en la cantidad justa.
«El comilón y goloso será gordo.»
0.999.5 anonimo fabula,
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