Alacrán vivía en una ciudad enorme donde apenas había
anima-litos que comer, pues casi todo era asfalto.
Se pasaba el día trepando por las paredes de las casas
en busca de comida o algo que llevarse a la boca.
«¡Qué triste vida la mía! ¿Por qué no habré nacido en
un pedregal junto a un río o en la falda de una montaña? Cualquier lugar habría
sido mejor que ésta fría e inhóspita ciudad.»
Sin embargo, un buen día le cambió la suerte. Sin
saber cómo fue a parar al interior de una mochila.
Durante un tiempo sintió que todo se movía a su alrededor.
Después, la mochila dejó de moverse.
Alacrán sacó su cabeza y vio ante él uno de esos
magníficos pedregales con los que siempre había soñado. Se lanzó fuera y
corriendo llegó a las piedras más cercanas. ¡Por fin se habían hecho realidad
sus fantasías! A su alrededor había flores, árboles y un montón de animalitos.
«A veces tenemos suerte y los sueños se hacen realidad.»
0.999.5 anonimo fabula,
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