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sábado, 21 de septiembre de 2013

El caracol envidioso

Caracolín estaba muy triste. Todos los animales con los que se topaba andaban más deprisa y eran más ágiles que él. Unos brincaban, otros saltaban, algunos corrían, ¡y él, aguantando el peso de su caparazón! ¡Qué fastidio!
La tortuga, que tenía el mismo problema, le decía con gran optimismo y buen corazón:
-Caracolín, piensa que alguna ventaja tendrá tener ese caparazón.
Un día estalló una fortísima tormenta. Llovió muchísimo y muchos de los animalillos a los que tanto envidiaba murieron ahogados. Él tuvo mejor suerte. Encerrado en su caparazón, encontró un refugio seguro y se libró de morir.

«La envidia no tiene sentido.»

0.999.5 anonimo fabula, 

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